Antisemitismo y el New York Times

El New York Times parece haberse embarcado en una cruzada periodística para desacreditar a las comunidades judías ortodoxas de Nueva York, en particular a las jasídicas. La pieza central de esa campaña del NYT es su “investigación” de las irregularidades cometidas en y por las escuelas jasídicas, cuyos resultados se describieron inicialmente en un artículo de 6.000 palabras que ocupó la portada del periódico el 11 de septiembre de 2022.

El artículo no se limitaba a criticar la educación ofrecida por estas escuelas, sino que insinuaba que los judíos jasídicos y ortodoxos están desviando recursos para estudiantes más dignos de las escuelas públicas de Nueva York para financiar generosamente a sus propios estudiantes, una acusación grave, aunque no probada, que fomenta un sentimiento de agravio contra esa comunidad[1]. [1] La NYCLU, por ejemplo, no perdió tiempo tras la publicación del artículo del NYT para tuitear sobre “la extracción de recursos de las escuelas públicas, a las que asisten casi en su totalidad estudiantes de color, para financiar generosamente yeshivas a las que asisten estudiantes blancos”. (Véase: “NYT-Style Advocacy journalism Fuels Antisemitism“)

Desde entonces, el NYT ha publicado otros nueve artículos o reportajes sobre su estudio, además de un editorial de 1.800 palabras, todos ellos dirigidos contra las escuelas jasídicas o yeshivot. Además, el periódico publicó un artículo sobre la “enorme influencia política” de la comunidad jasídica y publicó un llamamiento online invitando a los lectores a compartir sus “historias” sobre las escuelas jasídicas, para un total de 13 artículos en cuatro meses alegando o insinuando irregularidades por parte de la comunidad jasídica.

La última denuncia contra la minoría asediada se produjo en otro artículo en portada (el tercero sobre el tema que ocupa una portada) que apareció el 29 de diciembre de 2022, titulado “Cómo las escuelas jasídicas cosecharon una ganancia inesperada de fondos para la educación“.

Trataba el mismo tema y transmitía el mismo mensaje, a saber, que las comunidades jasídicas y judías ortodoxas están acaparando fraudulentamente fondos del gobierno y privando a personas más merecedoras de los recursos a los que tienen derecho. Si se echa un vistazo a la sección posterior de cartas al editor, queda muy claro que el mensaje general y deseado -aunque no se expresara explícitamente- fue inmediatamente comprendido y aceptado como verdad por los lectores [2].

De hecho, ni el último artículo ni los anteriores -una vez despojados de sus insinuaciones- aportan pruebas que apoyen el mensaje deseado. Por ejemplo:

  • El artículo reciente señala que “Docenas de escuelas de la comunidad ortodoxa han presionado a los padres para que diagnostiquen discapacidades a sus hijos, según muestran los registros y las entrevistas.”

Pero esto difícilmente demuestra un comportamiento fraudulento. No es raro ni indeseable que profesores responsables y atentos de cualquier escuela, pública o privada, insten a los padres a que examinen a sus hijos cuando sospechan que un alumno no está siguiendo el ritmo de la clase o no cumple con las expectativas para su edad. El artículo no proporciona ninguna indicación o comparación de la frecuencia con que esto ocurre en las escuelas no jasídicas.

  • Según el reciente informe, la investigación del NYT “descubrió que en 25 de las aproximadamente 160 yeshivas jasídicas de la ciudad, más de la mitad de los alumnos están clasificados como necesitados de educación especial”. El artículo continúa señalando que “en todas las escuelas de la ciudad, uno de cada cinco alumnos está clasificado como discapacitado”, en comparación con “más de la mitad” de los alumnos de la pequeña muestra (15,6%) de escuelas jasídicas sobre las que informaron.

Pero no se menciona qué proporción de alumnos están clasificados como discapacitados en el otro 84,4% de las escuelas jasídicas. Tampoco se indica si la pequeña muestra de escuelas que registraron una mayor proporción de alumnos clasificados con discapacidades son escuelas que atienden a alumnos con dificultades, que podrían no haber sido aceptados en otras instituciones educativas.

De hecho, si la mayoría de las escuelas jasídicas no examinadas o de las que no informó el NYT tienen una menor incidencia de alumnos con discapacidades, entonces la proporción de estos alumnos en las escuelas jasídicas en general sería significativamente menor, y probablemente más acorde con la estadística de 1 de cada 5 que se citó.

¿Compararon acaso los investigadores las escuelas no jasídicas individuales -públicas o privadas- para contrastar las proporciones de alumnos con discapacidades entre las distintas escuelas? ¿Pueden descartar que algunas escuelas no jasídicas tuvieran tasas mucho más altas de alumnos con discapacidades que otras, con una media general de 1 de cada 5 en todas las escuelas?

En ausencia de este contexto, las cifras citadas en el artículo carecen de sentido, son meras insinuaciones destinadas a transmitir una impresión general de maldad.

  • El artículo reconoce que “la ciudad no examina regularmente quién presenta las solicitudes, qué servicios buscan o cuánto cuesta cada solicitud”. Los resultados que se citan para sugerir que las escuelas de judíos jasídicos y ortodoxos utilizan más recursos de los que les corresponden afirman que “más de la mitad de las solicitudes del año pasado procedían de distritos que incluyen los barrios de Williamsburg, Borough Park y Crown Heights, en Brooklyn -todos ellos muy poblados por judíos jasídicos- y Flatbush y Midwood, donde viven muchos judíos ortodoxos.”

Pero estos distritos y barrios no se limitan a los judíos jasídicos u ortodoxos. Y aunque es cierto que hay grandes concentraciones de judíos jasídicos en los barrios mencionados, no dejan de ser una minoría general, al igual que los judíos ortodoxos de Flatbush y Midwood. Por lo tanto, los autores no pueden asegurar que todas las solicitudes de financiación para necesidades especiales procedan exclusivamente de judíos jasídicos u ortodoxos.

Este tipo de investigación/reportaje de mala calidad y conclusiones sin fundamento son la parte principal de las acusaciones del NYT contra los judíos jasídicos y ortodoxos.

El enfoque singular e intensivo del Times acerca de la comunidad jasídica, ignorando todos los demás grupos demográficos, así como la amplificación por parte del periódico de su investigación en noticias destacadas y de primera plana, y la cobertura ampliada y repetitiva, empañan enormemente la investigación del periódico. Cualquier preocupación y hallazgo legítimos sobre las deficiencias educativas en las escuelas jasídicas o ejemplos individuales de malas prácticas se pierden entre los numerosos sesgos cognitivos de la investigación. Estos incluyen:

  • Sesgo de selección de la muestra – utilizar como fuente primaria de información testimonios de individuos descontentos que han abandonado la comunidad jasídica por sus propias quejas personales y/o que rechazaron la escolarización que recibieron.
  • Sesgo de confirmación: búsqueda de información que confirme las creencias preexistentes sobre la comunidad jasídica, mientras se rechaza o ignora otra información que no se ajuste a la narrativa deseada.
  • Estereotipos: extrapolar y generalizar a toda una comunidad sin pruebas adecuadas debido a la creencia y la expectativa de que los judíos ortodoxos y los jasidim se comportarán de una determinada manera.

Después están las grandes fotos en color, muchas de las cuales no tienen ninguna relación con el tema que se trata, y cuyo único propósito parece ser retratar a judíos identificables. Por ejemplo, la siguiente foto fue tomada en una gran Conferencia anual para miles de emisarios de Jabad de todo el mundo que se reunieron en noviembre en la sede de Jabad en Crown Heights.

La foto no tenía nada que ver con la educación especial o las escuelas jasídicas, pero el pie de foto se refería a un “aumento de las solicitudes de servicios de educación especial en las escuelas privadas que ha desbordado el sistema de la ciudad”.

El inquietante mensaje que transmite el periódico y que absorben sus lectores alimenta el resentimiento hacia los judíos, alimentando directamente antiguos librlos antisemitas sobre la codicia, el poder y la apropiación de los judíos. No es de extrañar que Agudath Israel, un grupo de defensa de los judíos ortodoxos, haya lanzado una contracampaña para combatir los mensajes del New York Times sobre los judíos jasídicos y otros judíos ortodoxos.

En los dos últimos años, el antisemitismo ha aumentado en los EE.UU. La auditoría anual más reciente del ADL sobre incidentes antisemitas (publicada en abril de 2022, para el año 2021), muestra un máximo histórico. Las manifestaciones de antisemitismo registradas incluyen la retórica del odio, la difusión de literatura antisemita, insultos en línea y en persona, amenazas, vandalismo, incendios provocados y, lo más preocupante de todo, agresiones físicas a judíos.

El mayor número de agresiones a judíos se produjo en Nueva York, y la mayoría de las víctimas eran jasidim y otros judíos ortodoxos, identificables por su llamativa vestimenta judía. Según el rastreador de incidentes antisemitas del ADL, el número de agresiones físicas a judíos neoyorquinos en 2022 está a punto de superar el récord de 2021. Y los objetivos de estas agresiones son, como antes, principalmente jasidim y judíos identificables.

Es en este clima de antisemitismo acelerado en el que el New York Times continúa su campaña contra estas comunidades. Como sabemos por la historia, las repercusiones rara vez se detienen ahí.

Así pues, la obsesión del Times por sacar a la luz irregularidades en la comunidad jasídica sin pruebas suficientes no es simplemente periodismo chapucero. Es malicioso, irresponsable y peligroso.

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[1] Un pie de foto, por ejemplo, dice: “El dinero fluye hacia las escuelas privadas jasídicas en un momento en que el sistema escolar de Nueva York, el mayor del país, recorta los presupuestos de las escuelas públicas”. Para más ejemplos, véase NYT-Style Advocacy journalism Fuels Antisemitism)

[2] Extracto de la carta, publicada el 4 de enero de 2023: “Hace unos meses, The Times publicó un artículo sobre cómo los jasidim de la ciudad de Nueva York no estaban proporcionando instrucción básica en los planes de estudio de la escuela primaria y secundaria del estado. Ahora nos enteramos de que están etiquetando a muchos de sus hijos como discapacitados en un intento de obtener fondos estatales y federales de educación especial para aumentar sus escuelas inferiores y enriquecer injustamente a su comunidad. Esta conducta fraudulenta quita recursos escasos a los niños discapacitados verdaderamente necesitados de otras escuelas.”

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