Varios artículos aparecidos recientemente en prensa hispana han girado en torno al antisemitismo. Sean informativos o analíticos, en todos ellos uno de los temas recurrentes es la relación de este fenómeno con el odio al estado de Israel.
En España, un par dehechos sucedidos este último mes, vinieron a ratificar que existen motivos para encender las alarmas:
1- El 15 de noviembre de 2011, un grupo violento que irrumpió con insultos, amenazas y agresiones obligó a suspender una conferencia organizada por la Asociación Gallega de Amistad con Israel (AGAI) en la Universidad de Vigo, cuyo ponente era el portavoz de la embajada de Israel, Lior Haiat.
2- Un par de semanas después, el 1 de diciembre de 2011, la sede del IV Seminario sobre Antisemitismo, organizado por la Federación de Comunidades Judías de España, amanecía rociada de pintadas ofensivas acusando al sionismo de terrorismo y con una estrella de David tachada en rojo.
Medios como El País cubrían dicha información, y se esforzaban en recordar que España encabeza las encuestas de antijudaísmo en Europa.
Mientras este seminario tenía lugar en España, otro encuentro de reflexión se producía en Bélgica. El corresponsal de diario Público abordaba en su blog la polémica suscitada en torno a unas declaraciones de Howard Gutman, embajador de Estados Unidos en Bruselas, durante la conferencia organizada por la Unión Judía Europea. En El Emperador está desnudo, García Gascón escribía:
“el demócrata Howard Gutman, [ ] dijo que una de las causas más importantes del antisemitismo en el mundo es el conflicto de Israel con los palestinos, es decir la ocupación de los territorios palestinos.”
Alineándose con la idea de que existiría un antisemitismo inaceptable y otro aceptable, el corresponsal de Público añadía:
“Gutman dijo que una cosa es el antisemitismo conocido, que hay que condenar, y otra es el odio que emana de la persistencia del conflicto entre Israel y los palestinos.
Para acabar con este odio, lo mejor sería que Israel abandonara de una vez por todas los territorios ocupados, incluido el Golán sirio, pero esto es algo que no aparece en el horizonte político de Israel.”
Las declaraciones del diplomático norteamericano fueron recibidas con gran indignación, especialmente en Bélgica que recientemente había sido testigo de la agresión a la joven de 13 años Océane Sluijzer, a mano de cinco compañeras de origen marroquí a los gritos de vuelve a tu país, sucia judía. Si, como defiende García Gascón, la culpa del antisemitismo la tiene Israel, esto justificaría agresiones como la de la joven belga que pasaría a ser el objeto de un antisemitismo aceptable.
Consciente de lo que implicaban, el propio Gutman emitió un comunicado en el que explicaba que sus palabras habían sido mal entendidas y que condenaba todo tipo de antisemitismo.
Sin embargo, esa velocidad en mal interpretar las palabras del embajador en Bélgica y en ratificarlas sin atender a su desmentido parece ser un síntoma de la necesidad de ciertos sectores mediáticos y sociales de convertir en aceptable un tipo de judeofobia.
Al respecto, durante la mesa redonda No soy antisemita, soy antiisraelí (IV Seminario sobre antisemitismo, Madrid), el sociólogo Natan Sznaider (Academic College de Tel Aviv) intentaba distinguir entre alarmistas y negadores del antisemitismo. Por su parte, el historiador Phillip Spencer (Kingston University, London) iniciaba su charla con la siguiente reflexión:
“Muchos de aquellos que critican a Israel hoy no se consideran a si mismos ni por asomo antisemitas. De hecho, se consideran a sí mismos totalmente progresistas, anti racistas, defensores de los derechos humanos y universalistas. Pero la paradoja es la siguiente: sus argumentos, sus argumentos antisionistas, convergen cada vez más, son cada vez más difíciles de distinguir de los argumentos de aquellos que sí son antisemitas, y conscientes. Aquellos que no son para nada progresistas, que no defienden los derechos humanos, y que no son en absoluto universalistas.”
Para el profesor Spencer, el problema radica en que muchos de los antisionistas no han comprendido la quintaesencia del antisemitismo. Esta incapacidad les impide reconocerlo cuando el antisemitismo aparece vinculado a un sector distinto a aquel al que están acostumbrados. No lo esperan en un espectro social diferente al de la extrema derecha y en consecuencia no saben reaccionar ante él. De este modo, queda minimizada su existencia y negada su importancia.
No obstante, desde una perspectiva histórica continuista, así como el nazismo reelabora y rearticula los conceptos del antisemitismo histórico para adaptarlos a su tiempo, el antisionismo de hoy hace lo propio con el argumentario judeófobo de los años 30.
Siempre según el profesor Spencer, el antisemitismo nazi compartiría cinco elementos comunes con el antisionismo actual:
1- Inversión de la realidad
– Los antisionistas afirman que los judíos cometen hoy un genocidio contra los árabes cuando la realidad es que Israel es el objetivo de la única amenaza existencial que existe hoy en Oriente Medio. Un buen ejemplo de ello son las soflamas del presidente iraní Mahmud Ahmadineyad.
– Del mismo modo, los nazis acusaban a los judíos de tener intenciones de exterminar a los alemanes.
2- Teorías conspirativas:
– El antisionismo considera que Israel está detrás de múltiples conspiraciones para gobernar y manejar el mundo y la política internacional. El lobby judío, que precisamente García Gascón menciona en su artículo, sería el garante de estas políticas manipulativas y todopoderosas.
– Del mismo modo, los nazis hacían referencia a libros como los Protocolos de los Sabios de Sión, argumentando que los judíos buscaban dominar a los alemanes y al mundo entero.
3- Los judíos (Israel) son el origen del mal en la región
-El antisionismo considera a Israel un estado ilegítimo, criminal y terrorista, responsable del sufrimiento de los países árabes. Sólo la eliminación de Israel, traería a los palestinos y a los vecinos la paz y la estabilidad.
– Del mismo modo, los nazis argumentaban que las desgracias de los alemanes eran responsabilidad de los judíos. Sólo la eliminación de los judíos, raíz de todos sus males, devolvería a Alemania su fuerza y su seguridad.
4- Los judíos (Israel) son el origen de todos los males en el mundo
– El antisionismo acusa a Israel de las guerras en la región, de la intervención en Irak, del odio generalizado a Estados Unidos, de la inestabilidad mundial, incluso del antisemitismo, tal y como afirma García Gascón.
-Del mismo modo, los nazis acusaban a los judíos de representar las grandes amenazas mundiales: el marxismo, la democracia, la revolución rusa, etc…
5- Ideología contradictoria
El objeto de desprecio de ambas ideologías es visto como una minoría, frágil, vulnerable y patética pero sin embargo tienen la capacidad de controlar el mundo y de causar la inestabilidad mundial.
“Durante mucho tiempo se pensó que existía una relación privilegiada entre el nombre judío y el saber. La forma moderna de esta creencia apareció en el mundo de lengua alemana en el siglo XIX y persistió hasta mediados del siglo XX. Durante este período nace la figura del judío de saber, que despierta la admiración y luego el odio, hasta estrellarse contra lo real del exterminio.”
Así, si no hace muchos años, la izquierda veía en Israel un ejemplo de la libertad y de la afirmación de la vida (en definitiva de un cierto milagro utópico), hoy ciertos sectores de esa misma izquierda intentan presentar una imagen diametralmente opuesta.
Tal y como se destacaba a lo largo de la conferencia en Madrid en el nuevo modelo de antisemitismo, el fenómeno se racionaliza y se justifica porque para el anitisionista el origen está en la política israelí.
Consciente del problema de una judeofobia impune, también durante estos días el Parlamento Latinoamericano adoptó la Declaración de antisemitismo del Centro Wiesenthal, en un intento por concienciar a la sociedad de que el peligro es real. Pocos medios sin embargo (entre ellos Infobae, Aurora Digital y Radio Jai) mostraron interés en esa decisión del Parlatino.
Pretender dividir entre un antisemitismo aceptable y uno inaceptable, o acusar a Israel de que exista el antisemitismo es, en primer lugar, una perversión moral que responsabiliza a la víctima de ser su propio verdugo. Pero en segundo lugar, es ante todo una señal de ignorancia, ya que no fue necesaria la existencia de Israel para que durante siglos los judíos hayan sido expulsados, perseguidos, asesinados y exterminados. Y en el pasado, los antisemitas también pretendían tener razón.
En el año 2007 Ignacio Ramonet escribía en El País un artículo en el que manifestaba su sorpresa al haberse encontrado personalmente, durante una conferencia también en Galicia, con un discurso exaltado de izquierdas antisemita, que se justificaba en la crítica a Israel. Concluimos con las palabras con las que Ramonet concluía su artículo ¿Antisemitismo en Galicia?, haciendo la reflexión extensible al resto de regiones y países:
“Este incidente [ ] muestra sobre todo un preocupante arraigo en una parte descarriada de la extrema izquierda de Galicia de nauseabundas tesis antisemitas. Que deshonran nuestra tierra. El sueño de la razón produce monstruos. Y la incapacidad de pensar de algunos les ha llevado a la peor de las monstruosidades. Es hora de rectificar.”