Que Madsen haga declaraciones absolutamente delirantes y “conspiranoides” no debería afectarle más que a él, si no fuera porque medios como Gran Época se ocupan de difundir sus ideas, confundiendo a sus lectores y cubriéndolo todo con un manto de sospecha, en el que “los malos” son siempre los mismos.
¿Por qué si los dos protagonistas de esta historia niegan toda evidencia de crisis humanitaria, ciertos medios, y los grupos a los que representan, se empeñan en transmitirnos una imagen deformada de la realidad?
Son muchos los aspectos de este documental en los que se podría incidir, pero básicamente podríamos definirlo cono una distorsión para deslegitimar a Israel y al final de cuentas, apoyar a Hamas.
Llama la atención que el análisis de Birnbaum se centre exclusivamente en conseguir que Israel haga o deje de hacer, y que no se mencione una sola vez la responsabilidad palestina en las relaciones entre ambos.
El periodista Lorenzo Benítez pretende equiparar a los israelíes con los nazis, cuando cualquier persona que haya leído un libro de historia puede ver la diferencia entre un Gueto y lo que sucede en Gaza.
Actualmente, El País alberga en sus dominios, al menos dos blogs, que justifican e incitan a la violencia contra Israel y los judíos a través de afirmaciones netamente antisemitas y distorsiones históricas.
Las medias verdades de Saeb Erekat, su manipulación de los datos y sus ocultaciones pueden encontrar el siempre cálido refugio de medios como El País, a pesar de que la realidad en el terreno y los hechos históricos desmienten su discurso.
El texto es víctima de su propia incoherencia y aunque apunta con timidez a otros actores ocultos entre bastidores, no se atreve a exponerlo abiertamente y prefiere concluir dejando la pelota, una vez más, en el tejado israelí
Ninguna agencia, y ninguno de los medios que se han hecho eco de la información, han considerado oportuno brindar a sus lectores una visión contextualizada que nos permita comprender más exactamente qué es la Naqba