La fuente de una información, o las fuentes, no son otra cosa que el funamento o base de una crónica periodística; su origen (único o diverso, según se trate de una o más fuentes), podría decirse: sin declaración o documento no habría información; probablemente, sólo la constatación de un hecho (“se quemó un edificio”, sin más).
Así, las fuentes, son esenciales en la elaboración de la crónica informativa, al responder las preguntas básicas: cómo, por qué, para qué, qué, quién, dónde, etcétera.
Pero cuando esas fuentes tiene un interés común, sumido a una deliberada manipulación de los datos, la crónica no puede más que dar cuenta de una circunstancia más bien ficticia basada en un hecho real.
Los medios a menudo informan sobre los informes de la ogranización Aministía Internacional (AI) sobre Israel y el conflicto palestino-israelí como si se tratase de una voz imparcial y rigurosa.
Por ello, llama poderosamente la atención que, puestos a divulgar el trabajo de AI, se les haya pasado por alto el artículo (Challenges of monitoring, reporting, and fact-finding during and after armed conflict) escrito por Donatella Rovera – quien lidera, ni más ni menos, las investigaciones de campo de AI – y publicado el 28 de abril de 2014 por el portal Professionals in Humanitarian Assistance and Protection,
Rovera señalaba:
“El miedo puede conducir a víctimas y testigos a ocultar pruebas o a dar cuenta de manera deliberadamente errónea de los incidentes. En Gaza, recibí información parcial o inexacta de parte de familiares de civiles muertos por accidente en explosiones accidentales o por los cohetes lanzados por grupos armados palestinos hacia Israel que habían fallado y de civiles muertos por ataques israelíes cerca de las posiciones de los grupos armados palestinos. Enfrenta con otras evidencias obtenidas por separado, algunos dijeron que temían las represalias de los grupos armados”.
Aún así, AI dio por válidas esos testimonos y publicó sus informes claramente desfavorables para Israel.
La prensa, en silencio.
Por ejemplo, en febrero de 2014, AI publicó un informe en el que acusaba a Israel de “tener el gatillo fácil con los civiles palestinos”. Los medios españoles El País y Radio Televisión Española, y El Universal de México, entre otros, daban cuenta de ello.
Ninguno explicaba el claro posicionamiento de la organización de derechos humanos respecto del conflicto
NGO Monitor explica en su análisis respecto a este informe que:
“Las acusaciones de Amnistía Internacional son imprudentes, descaradamente tendenciosas, y reflejan la falta de una metodología creíble para determinar los hechos”.
Y apuntaba que:
“Por el contrario, otros grupos de supervisión, tales como B’Tselem reconocen que la mayoría de las bajas palestinas se produjo durante combates o durante enfrentamientos violentos con las fuerzas de seguridad israelíes. La falta contextualización esencial y el abuso del término “civiles” refuerzan aún más la falta de credibilidad.”
Pero, ¿sólo se trata de un problema de fuentes, o AI tiene sesgos (voluntarios) aún mayores?
Según la organización NGO Monitor, AI, en “violación de su política de imparcialidad, emplea como investigadores, en su sección ‘Israel, Territorios Palestinos Ocupados y Autoridad Palestina’, a dos activistas anti-israelíes con trayectorias bien documentadas de activismo radical en el contexto del conflicto árabe-israelí: Deborah Hyams y Saleh Hijazi”.
Un blog de CAMERA señalaba que la misión de AI – de exponer y combatir los abusos a los derechos humanos llevados a cabo por regímenes opresores – ha sido corrompida con el paso de los años por activistas en un intento por aislar al Estado judío. “Sus informes sesgados sobre la operación militar israelí Plomo Fundido y otros numerosos informes publicados a lo largo de los años dan testimonio de incapacidad de la organizacióno para abordar el conflicto palestino-israelí de manera creíble y balanceada”.
Por su parte, el periodista italiano Giulio Meotti revelaba en 2011 que:
“Amnistía acaba de acoger en Londres un evento titulado: ‘Complicidad en la opresión: ¿los medios de comunicación ayudan a Israel?’ Organizada por la Campaña de Solidaridad Palestina, esta conferencia contra Israel contó con Abdel Bari Atwan, editor del periódico al-Quds al-Arabi con sede en Londres.En 2007, Atwan declaró que se bailaría ‘en Trafalgar Square si Irán atacase a Israel’ y en 2008, dijo que el ataque terrorista contra la yeshivá [centro de estudios de la Torá y el Talmud] Mercaz HaRav, en Jerusalén, donde fueron asesinados ocho estudiantes israelíes, ‘estuvo justificado’.
El evento fue co-auspiciado por Middle East Monitor Online, dirigido por Daud Abdullah, signatario de la declaración de Estambul, que establece que es obligación de la ‘nación islámica’ continuar la ‘yihad y la resistencia’ contra Israel”.
Meotti aseguraba, además, que AI “ha desempeñado un papel importante en la imagen de Israel como el epítome del violador de los derechos humanos”.
En tanto, un año antes, el Jerusalem Post informaba que, nada menos que el director de la rama finlandesa de AI, Frank Johansson, calificó a Israel de “Estado canalla” en su blog.
Remontándonos más en el tiempo, en 2006 Alan Dershowitz comentaba – respecto del informe de AI sobre la guerra entre Hizbulá e Israel – que:
“El aspecto más inquietante del informe de Amnistía es su desinterés por Hizbulá. Si Israel es culpable de crímenes de guerra por seleccionar como objetivos infraestructura civil, imagine cuánto más grande es la responsabilidad moral de Hizbulá por atacar a la población civil. Sin embargo, Amnistía muestra poco interés por condenar a la organización terrorista que inició el conflicto, que mata indiscriminadamente tanto a civiles israelíes (directamente) y libaneses (mediante su uso como escudos humanos), y que ha anunciado su intención de matar judíos en el mundo (ya ha empezado por volar por los aires el Centro Comunitario Judío en Argentina.) Aparentemente, Amnistía no siente reparos con los seis años de guerra de desgaste de Hizbulá contra Israel tras la retirada completa de Israel del sur del Líbano.
‘Durante las cuatro semanas de guerra Hizbulá disparó 3.900 cohetes contra ciudades y pueblos israelíes con el fin de infligir un máximo de bajas civiles.El gobierno israelí afirma que 44 civiles israelíes murieron en los bombardeos y que hubo 1.400 heridos.
Amnitía Internacional no ha emitido un informe acusando a Hezbollah de crímenes de guerra’”.
Finalmete, el Council on Foreign Relations publicaba un blog en 2012 que señalaba:
“El actual conflicto entre Hamas (y otros grupos terroristas) e Israel ha sacado lo peor de Amnistía Internacional. Amnistía ha tomado una posición que sólo puede denominarse anti-israelí, tratando a los terroristas e Israel con una ‘equidad’ que revela profundos prejuicios”.
El término aminstía denota el olvido legal de delitos, que extingue la responsabilidad de sus autores.
¿AI extingue la responsabilidad palestina (o de cualquier grupo que se enfrnete al Estado judío) y sobrecarga la israelí?
¿O exime su propia responsabilidad de realizar un trabajo parcial y serio?
Los medios no se molestan en averiguar esto. Es más, al publicar sin más los informes de AI, los validan como si se tratase de investigaciones imparciales y ampliamente documentadas (y su inforamción contrastada) y, en consecuencia, elevan a AI a la estatura de voz autorizada en el marco del Derecho Internacional y los Derechos Humanos en el marco del conflicto palestino-israelí.