Claro que, cuando a continuación, y a modo de información de fondo, la organización que realizó el informe asegura que Israel ha sido la potencia ocupante con el control total de los Territorios Palestinos Ocupados, la Franja de Gaza y Cisjordania, incluyendo Jerusalén Este (véase también este artículo), desde junio de 1967 – extendiendo así un título de propiedad territorial -, algo comienza a dejar de ser llamativo para comenzar a resultar conocido. Muy conocido.
Y cuando una de las fuentes de ese informe es otro informe, de una ONG israelí, que, a su vez, estaba basado en testimonios anónimoos es decir, no corroborables -, todo se va pareciendo a una misma acusación repetida (máxime, cuando ONG palestinas ideológicamente posicionadas también figuran como fuentes).
O cuando, a modo de contexto, explica que la operación defensiva israelí Margen Protector, estaba, según Israel, destinada a detener el ataque con cohetes desde Gaza contra civiles israelíes, sin ahondar en el hecho; parece tratarse de un informe que sigue unas conclusiones a las que se arribó a priori.
Ni una cifra (250 cohetes disparados indiscriminadamente desde Gaza hacia Israel en las tres semanas previas a dicha operación). Nada. Así, eso era lo que decía Israel; y a saber si será cierto.
Hamas, un grupo considerado terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea, entre otros, parecía un nombre evitable, al que, cuando no quedaba más remedio que nombrarlo, no había que atribuírsle la capacidad de acción; menos aún, de obrar mal: como lanzar cohetes desde áreas residenciales y ubicar sus arsenales en edificios civiles. Para Hamas y otros grupos palestino bastaba una reprimenda simbólica; para que el sesgo se disimule levemente, formalmente.
El informe no parecía, a esa altura, tener otro objetivo que el de demonizar a Israel y de quitarle legitimidad a su respuesta defensiva. El análisis no parecía, pues, el de una acción de combate, sino un juicio moral. Y para ello obviaba las circunstancias que Hamas impuso, es decir, la guerra urbana (en definitiva, su táctica de ocultarse, confundirse con y entre los civiles); y para ello también bastaban las cifras proporcionadas principalmente del Ministerio de Sanidad de Gaza, es decir, de Hamas, y que la ONU adpotó sin más; olvidando que hay análisis de las bajas, que aún se están llevando a cabo, que arrojan una realidad bien distinta: un ratio de bajas 1 a 1 entre combatientes y civiles; una proporción baja para combates en zonas urbanas.
Cuando todo lo que hace Israel levanta la acusación porque en el caso de Israel parece no existir la fase previa de la sospecha, la duda; que luego la investigación develará -, el informe termina haciéndose dudoso, casi puede poner un nombre a la organización que realizó el informe..
Cuando esa organización afirma que tres cuerpos de derecho internaconal son aplicables a la situación en Gaza e Israel durante el período cubierto por el informe: derecho humanitario internacional (incluyendo la ley de ocupación)…, queda claro que no interesa la realidad, sino el marco manufacturado para encuadrar negativamente a Israel.
Pero Gaza… no está ocupada…
Gaza no está ocupada
Son muchos los expertos en derecho internacional que sostienen, que Gaza no está ocupada.
Eugene Kontorovich, profesor de Derecho Internacional en la Universidad de Northwestern, escribía:
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Esa misma: Amnistía Internacional, una de las organizaciones que estuvo detrás del informe Goldstone de la ONU, y que define como castigo colectivo (término que repite en el presente informe) el bloqueo legal israelí contra Hamas (eximiendo, una vez más, a la organización terrorista de la responsabilidad del mismo).
Lo aún permanece como llamativo, es esta sucesión de informes acusando a Israel de crímenes de guerra, en el preciso momento en el que una de las estrategias de deslegitimación de Israel, llevadas a cabo por los líderes palestinos, es justamente la llamada guerra legal: la utilización de los órganos internacionles de justicia (y los organismos internacionales) para aislar a Israel y obligar a que se lo presione, con el fin de que los palestinos obtengan sus demandas sin necesidad de negociar (y, por ende, de conceder) sino, imponiéndolas.
Ahora bien, la pregunta que surge respecto de los medios y su cobertura del informe, es la siguiente: ¿cuántos,de los que reprodujeron las acusaciones de Amnistía Internacional leyeron el informe completo y no sólo el sumario ejecutivo?
Porque con sólo leer la introducción y las conclusiones del informe completo, surgían muchísimos interrogantes. Y es que las tergiversaciones y omisiones parecían ser una parte necesaria para sostener la conclusión (Israel cometió crímenes de guerra); lo que hace necesario, cuanto menos, ser cuidadosos con su contenido. Algo que la gran mayoría medios no hizo.
Así, pues, ¿por qué se trata a estos informes de manera no periodística? Es decir, ¿por qué no se corrobora la información, no se buscan fuentes alternativas, la opinión de expertos, etcétera? ¿Por qué no se indican sus inexactitudes, sus distorsiones de la realidad?
Acaso, ¿cuando todo bien empaquetado y listo para consumir, y si el resultado de la digestión mediática es un señalamiento de Israel, no hace falta revisar el contenido…? Si es así, el periodismo se transformado en un mero acto mecánico de cortar y pegar a lo sumo, traducir…
Recomendaciones alla Amnistía: sesgo sin pudor
Las recomendaciones (colaborar con la Corte Penal con las acusaciones a los israelíes) a los palestinos parecen puestas para salvar la cara, para dar una sensación de ecuanimidad… Aunque en realidad, lo único que hacen, es señalar el posicionamiento de AI. De hehco, la breve mención a cualquier indicio de crímen por parte de los palestinos no sólo era extremadamente sucinta, sino que estaba desprovista de cualquier rastro de humanización hacia las víctimas israelíes; huérfana de datos y cifras, resultaba un todo abstracto, que no daba una idea cabal de nada:
A través de Amnistía Internacional no sabremos qué casos son los que constituyen crímenes de guerra, porque nada indica que la organización vaya a investigar los. Tampoco sabremos la magnitud de la utilización de instalaciones civiles y de la propia ciudad como arsenales, lanzaderas de cohetes y puestos de mando; porque tampoco lo investigará en profundidad. Tampoco sabremos qué decían los líderes y dirigentes de Hamas a sus conciudadanos: si los llamaban a obviar los avisos de Israel; si los conminaban a denominar a todos los fallecidos como civiles. Tampoco sabremos si los testigos palestinos que acusan a Israel en el informe de AI estaban o no coercionados para dar un recuento diferente de la realidad. Es decir, no sabremos nada, sólo que Israel es culpable.
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