El País publicaba el 14 de septiembre de 2014 Cinco décadas de ocupación una columna de Ahron Bregman, escritor y periodista israelí caracterizado por su militancia en contra de la ocupación y quien de hecho decidió marcharse a vivir a Inglaterra (¿algo que tal vez El País debería haber mencionado?)
La pieza, publicada en la sección cultural del diario, tiene como propósito la promoción de un libro del mismo autor de reciente publicación (23 de septiembre 2014): La ocupación, Israel y los territorios ocupados.
No entraremos en la justificación de la violencia palestina que realiza Ahron Bregman (la necesidad de los palestinos de emplear la violencia para vivir una vida de dignidad y libertad), ni en su banalización del Holocausto al insinuar claras comparaciones entre nazis e israelíes (Israel, […] demostró que incluso las naciones que han sufrido tragedias indescriptibles pueden actuar de forma igualmente cruel cuando tienen el poder), ni en sus predicciones para el futuro, pero sí habría que destacar ciertos problemas históricos a lo largo de su artículo:
1 – ¿Renunció Israel a vivir en paz con sus vecinos?
Así lo afirma, Bregman al referirse a los primeros diez años transcurridos después de la victoria de la Guerrade los Seis Días, en los que según él:
El país carecía de un plan organizado y no era capaz de resolver qué parte de los territorios ocupados conservar y qué parte devolver, pero su instinto le decía que esperara y, en general, prefirió conservar la tierra y renunciar a vivir en paz con sus vecinos.
En retrospectiva, es posible decir sin temor a equivocarse que Israel perdió una oportunidad única de llegar a acuerdos de paz con sus vecinos durante la primera década de la ocupación.
Estas afirmaciones tan categóricas olvidan no obstante un episodio clave en la relación entre Israel y los países árabes: los conocidos tres NO de Jartum. Nada más terminar la Guerra de los Seis Días, Israel anunció que devolvería Gaza, Cisjordania, los altos del Golan, y el Sinai a cambio del reconocimiento de Israel por partre de los estados árabes. Éstos se reunieron entre el 29 de agosto y el 1 de septiembre de 1967 y emitieron su respuesta: no a la paz con Israel, no al reconocimiento del Estado de Israel, no a las negociaciones con Israel.
Cabe preguntarse ante esa declaración oficial de los países árabes, cómo exactamente, Israel perdió la oportunidad única de llegar a acuerdos de paz con sus vecinos…
2 – ¿La construcción de asentamientos es política del Likud?
Bregman sitúa la construcción de asentamientos como una política del Likud, y asegura que:
Tras el vuelco electoral que en 1977 llevó al poder al Likud, el partido de la derecha, por primera vez en la historia de Israel, el nuevo primer ministro, Menájem Beguin, emprendió un gran plan para hacer que la ocupación fuera irreversible; un aspecto central de ese plan era la construcción de asentamientos judíos en los territorios ocupados, en particular Cisjordania y la Franja de Gaza.
No obstante, la política de asentamientos es anterior a Beguin y anterior a la llegada del Likud al poder. De hecho, entre 1967 y 1977 los sucesivos gobiernos laboristas aprobaron la construcción de más de 25 comunidades en Cisjordania, y aproximadamente unas 15 en Gaza y el Sinai.
3 – ¿Se olvidó Bregman de la Guerra de Yom Kippur?
Así lo parece cuando explica la devolución del Sinai.
El Gobierno encabezado por Beguin, tras la presión internacional desencadenada por el presidente Sadat, que en un gesto muy valiente planteó públicamente a Israel su voluntad de alcanzar un acuerdo, y gracias a una promesa sin precedentes de ayuda económica y militar por parte de Estados Unidos, puso fin a la ocupación del Sinaí.
¿Eso fue todo?
Bregman olvida mencionar varios detalles trascendentes como que en 1973 Egipto declaró a la guerra a Israel, y que a pesar del daño que le inflingió, no consiguió recuperar el Sinai, lo que resultó clave para que Egipto buscara cambiar de eje y pasara a ser amigo de los Estados Unidos, modificando así radicalmente su estrategia respecto a Israel.
También olvida comentar que no sólo existió la buena voluntad egipcia, sino también la israelí. Que la voluntad de alcanzar un acuerdo por parte de Sadat sigue a una voluntad de alcanzar un acuerdo por parte de Beguin.
4 – ¿La antigua Palestina?
La afirmación de Bregman respecto a cómo los palestinos aceptaron quedarse con tan sólo 22% de la antigua Palestina es un ejercicio puramente propagandístico que no se corresponde a la realidad.
En primer lugar, la región conocida como Palestina jamás perteneció al llamado pueblo palestino.
En segundo lugar, un vistazo a la Historia le mostaría que el último estado soberano que vio esa tierra fue el reino judío de Judá (587 a E.C.) Tras ser destruido por los caldeos, la región volvió un par de veces más a manos judías, hasta que los romanos decidieron expulsarlos definitivamente y cambiar el nombre por el de Palestina, precisamente para que los judíos no volvieran a reclamarla. Grosso modo, tras ser expulsados los judíos, ese territorio pasó a manos griegas, romanas, bizantinas, árabes, otomana y británicas. Éstos últimos prometieron devolverla integramente al pueblo judío.
Sin embargo, en 1922, los británicos le otorgaron un 80% de esa tierra a los árabes, en lo que sería Jordania (entonces Transjordania). Prometiendo el 20% restante a los judíos.
Pero, en 1947 decidieron volver a repartirla. En este caso entre judíos (Israel) y árabes. Los árabes no aceptaron la partición y a las pocas horas de declarar Israel su independencia, Egipto, Jordania, Siria, Irak y Líbano atacaron al flamante estado.
5 La Desconexión Gaza
Asegura el autor que la retirada de 2005 de Gaza tenía como finalidad aferrarse a Cisjordania y sus recursos al tiempo que evitaban las cuestiones más problemáticas de la ocupación.
Si esto es así, ¿por qué entonces, además de retirarse de Gaza, Israel también desmanteló cuatro asentamientos de Cisjordania?
¿Por qué entonces en su primer discurso presentando el plan de Desconexión, en 2003, además de asegurar que éste no alteraría la Hoja de Ruta, Sharon habló de un estado palestino viable, con continuidad territorial en Cisjordania?
Aprovecho esta oportunidad para exhortar a los palestinos y para repetir, como dije en Aqaba: que no tenemos ningún interés en gobernarlos a ustedes. Nos gustaría que se gobiernen ustedes mismos en su propio país. Un estado palestino democrático con contigüidad territorial en Judea y Samaria y con viabilidad económica, que mantenga relaciones normales de tranquilidad, seguridad y paz con Israel. Abandonen el camino del terror y cesemos juntos el derramamiento de sangre. Avancemos juntos hacia la paz.
El resto son predicciones de futuro, no demasiado relevantes teniendo en cuenta que Bregman retuerce los hechos históricos de manera a poder otorgarles una interpretación que encaje en su ideología. Una ideología que convierte cualquier gesto israelí en pro de la paz en una oscura maniobra para, por maldad o por estupidez, eternizar el status quo. Una ideología que exonera a los palestinos y a los árabes en general de cualquier responsabilidad en el conflicto.