Un vistazo a su cuenta personal de X habla a las claras de las inclinaciones del corresponsal del diario español ABC, reflejadas, entre otros, por las “fuentes” más que dudosas que ‘retuitea’ como si de información se tratara.
Esto ha terminado por derramarse en su crónica del 8 de junio de 2024. Donde, como ya es costumbre, pone en duda sistemáticamente toda declaración israelí.
El texto, que hablaba de “venganza”, en lugar de respuesta israelí – porque el sesgo debe ser interpretado ‘correctamente’ por la audiencia -, comenzaba enumerando:
“… ya son más de 36.500 los palestinos muertos, según las autoridades palestinas…”
Los números son del grupo terrorista Hamás, al que oculta tras ese aséptico “autoridades”. Cifras que, por lo demás, no distinguen entre civiles y combatientes – mucho menos de la víctimas gazatíes de los propios grupos terroristas palestinos – han sido puestos en duda por numerosos analistas que han explicado sesudamente el motivo por el cual no son de fiar. Pero no sólo eso; comentaba David Adesnik en el National Review que el 6 de mayo, “la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCAH) [de la ONU] publicó una infografía que mostraba que más de 9.500 mujeres y 14.500 niños habían muerto en Gaza. Dos días más tarde, el gráfico actualizado de la OCAH reducía esas cifras casi a la mitad, mostrando que 4.959 mujeres y 7.797 niños habían perdido realmente la vida, una reducción combinada de más de 11.000 personas. Cuando un periodista pidió al portavoz de la ONU, Farhan Haq, que explicara la revisión, todo lo que recibió fue el consabido descargo de responsabilidad de que «en la niebla de la guerra, es difícil dar cifras»”; y que los equipos de la ONU en el terreno no podían verificar independientemente los datos ofrecidos por el Ministerio de Sanidad de Hamás.
Ni hablar, claro de la estrategia de Hamás de utilizar a los civiles y la infraestructura civil como protección, para ocultar rehenes, centros de mando y comunicación, y como plataformas para lanzar ataques – ni que hablar de su red de túneles bajo las áreas residenciales, de sus fábricas y lanzaderas de cohetes…
“… Ejército de Israel recurre además al hambre y la sed como armas de guerra, lo que se considera crimen de guerra”.
El 4 de junio, según The Times of Israel, la organización World Central Kitchen declaraba que está ingresando camiones con alimentos a Gaza “a un ritmo bastante bueno” y que puede distribuirlos a sus cocinas comunitarias en distintas zonas del territorio a través de la colaboración con la Coordinación de Actividades Gubernamentales en los Territorios (COGAT, por sus siglas en inglés), una agencia del Ministerio de Defensa de Israel.
Ese mismo día, en su cuenta de X, la COGAT indicaba que habían sido transferidos 263 camiones con ayuda humanitaria a Gaza durante la jornada. Y, además, señalaban que el lado gazatí del cruce de Kerem Shalom está en su plena capacidad con el contenido de más de 1000 camiones con ayuda esperando ser recogidos por las agencias de la ONU.
Poco antes, el 31 de mayo, el mismo The Times of Israel señalaba que un “estudio crucial realizado por una organización internacional clave que encontró en marzo que había comenzado una hambruna en el norte de Gaza, se basó en tamaños de muestra pequeños y fuentes de datos no divulgadas, lo que hizo que sus conclusiones y proyecciones no fueran confiables, según una revisión israelí”.
Y añadía que “la revisión del estudio por parte del Ministerio de Salud, que ha sido citado por la ONU, organizaciones de derechos humanos e incluso por la Corte Internacional de Justicia en su caso de genocidio contra Israel, también encontró que parecía haber habido ‘un esfuerzo constante por ignorar… disminución significativa en la intensidad de la guerra y un aumento significativo en el esfuerzo humanitario y el flujo de ayuda’ al hacer sus proyecciones de hambruna”.
El analista Salo Aizenberg apuntaba en su cuenta de X que según la información de la propia ONU, 24.086 camiones con alimentos y ayuda humanitaria ingresaron en Gaza de el 7 de octubre de 2023 – o unos 105 camiones/día; que representa un 30% más que los alrededor de 80/día anteriores a la guerra. Números similares a los publicados por COGAT, que dan cuenta del ingreso de 400.000 toneladas de alimentos a Gaza desde el 7 de octubre – “lo que supone algo así como 0.75 Kg de alimento por cada hombre, mujer, niño y bebé en Gaza por cada día de guerra”.
El corresponsal simplemente copiaba y pegaba un tuit suyo. Ni falta que hace aportar nada para sostener su afirmación. Lanza cifras y aseveraciones porque son gratuitas, no requieren nada más que estamparlas: y estas son siempre de la misma índole: Israel es un estado aterrador, perverso. Hamás apenas si es, en el peor de los casos, un ‘algo’ díscolo: entidad sin rostro.
Un ejemplo final de este activismo que se disfraza muy malamente de periodismo:
“… hubo que esperar a finales de mayo para que Benjamín Netanyahu reconociera un «trágico error» con víctimas palestinas. 48 horas después de recibir la orden de la CIJ de detener su ofensiva en Rafah… Israel atacó un campamento para desplazados y mató al menos a cuarenta personas en la zona de Tal Al Sultán, cerca de un edificio de la ONU y en una de las denominadas «zonas seguras»”.
El analista de CAMERA David Lipman señalaba que ningún líder israelí llamó al ataque un “error”. El término que se ha utilizado a menudo en los medios occidentales deriva de una traducción inexacta del discurso que dio el primer ministro israelí en la Knesset el 27 de mayo. La palabra en hebreo que utilizó, “takala”, no significa “error”, sino más bien “percance”, “mal funcionamiento” o “avería”. No fue, sostenía Lipman, una admisión de culpa o responsabilidad, quien continuaba explicando que:
“Las municiones alcanzaron un objetivo de Hamás a 180 metros de los refugios más cercanos. Las armas utilizadas eran muy pequeñas, contenían 17 kilogramos de explosivos cada una, lo que hace extremadamente improbable, casi imposible, que pudieran causar daño directo a los refugios. Además, el ataque no tuvo lugar dentro de la zona humanitaria designada, contrariamente a las falsas afirmaciones… Por el contrario, el lugar del ataque estaba a 1,7 kilómetros de la zona humanitaria.
Las trágicas muertes en Tel al-Sultan, a 180 metros del lugar del parecen haberse producido debido a circunstancias imprevistas.
… la explicación más probable que se perfila es que el ataque incendió un depósito de armas cercano y desconocido, que prendió fuego a algunos de los refugios. Las FDI han mostrado desde entonces imágenes aéreas que muestran un lanzacohetes situado entre el edificio atacado y los refugios. Imágenes supuestamente de la escena también apoya esta teoría, mostrando lo que parecen ser explosiones secundarias después del ataque”.
El 28 de mayo, el portavoz del Ejército israelí, Daniel Hagari, dijo en una conferencia de prensa que el Ejército estaba investigando precisamente la posibilidad de que municiones de Hamás almacenadas en la zona provocaran un incendio que se propagó y mató a civiles. Además, mostró imágenes del lugar, indicando que las Fuerzas de Defensa de Israel habían atacado una estructura cerrada lejos del área de tiendas de campaña.
Por otra parte, el militar informó que en el ataque en el ataque selectivo habían muerto dos terroristas de Hamás de alto rango – Yassin Rabia y Khaled Nagar.
No existe en el texto que publicaba el ABC ni rastro de labor periodística alguna – ni documentación, verificación, multiplicidad de fuentes. Nada. Ningún valor añadido a lera repetición de acusaciones y libelos, a la mera difusión de los “talking points” de Hamás – que, salvo al principio, aparece en la crónica siempre como una suerte de excusa israelí para atacar civiles.
En resumen, este espacio en el diario español se ha transformado en un reducto más para que el corresponsal difunda sesgos, sus filias y fobias.
El periodismo, si eso, ya queda para otra ocasión, ¿no?