La crónica se basaba principalmente en un informe de la ONG israelí B’Tselem (una habitual en los medios, junto con Breaking the Silence, entre otras) con un claro posicionamiento respecto del conflicto, al punto que la organización israelí NGO Monitor afirma que ya “se ha enfrentado a serias críticas debido sus tergiversaciones del derecho internacional, la inexactitud de sus investigaciones y sus estadísticas sesgadas”. Y es que el resultado de sus informes, realizados con metodologías poco claras, suele coincidir con su “credo”. Asimismo, CAMERA ha detallado a lo largo de los años (tal como puede verse en su página web, realizando una búsqueda de los artículos en los que se menciona a la ONG) aquellos elementos y acciones que llevan a concluir que B’Tselem tiene un evidente sesgo anti-israelí.
A tal punto hacía suyas el artículo las opiniones de estas dos fuentes interesadas, parciales, que el titular daba como un hecho las mismas:
“El caso Tamimi saca a la luz la violación de los derechos de los menores palestinos detenidos por Israel”.
Y es que en el vídeo que todos mencionan, al ataque contra el soldado israelí le seguía una parte que todos callan: la pregunta de su madre (que grabó dicho incidente) acerca de qué les diría a quienes luego verían esas imágenes.
La respuesta de Ahed es contundente:
“Nuestra fuerza está en nuestras piedras, y espero que el mundo se una para liberar Palestina, porque [Donald] Trump hizo esta declaración y [los estadounidenses] tienen que asumir la responsabilidad de cualquier respuesta de nuestra parte. Ya sea apuñalamientos u operaciones de martirio [i.e. atentados suicidas] o arrojando piedras, todos deben hacer su parte, y debemos unirnos para que nuestro mensaje se escuche: que queremos liberar Palestina”.
Incitación a la violencia. Como ReVista señalara anteriormente, el vídeo, así, no era el de una “niña” atacando a un soldado, sino, antes bien, una operación propagandística: su fin, retratar negativamente a Israel ante una audiencia internacional, claro está, pero,acaso principalmente, difundir un mensaje de odio y violencia: si una “niña” se enfrenta a los soldados israelíes, tú, que eres varón, qué esperas a apuñalar, a realizar operaciones de martirio. Ese era el mensaje.
El vídeo, además, debe comprenderse en el contexto de las actividades del llamado “clan” Tamimi que, tal como describía la directora de ReVista de Medio Oriente, es famoso por organizar confrontaciones con los soldados israelíes para que la prensa internacional se haga eco de las mismas:
“Con este propósito, el jefe del clan, el padre de “la pequeña Pasionaria” [sí, así la llamó el diario español El País; que en otro artículo llegó a “poetizar” sobre su color de pelo: “su cabeza salida de un lienzo de Botticelli”], explicó en un documental que ‘la comunidad de Nabi Saleh pensó desde un principio que la participación de niños en las actividades del movimiento nacional es crucial‘”.
Y los primeros niños que ha utilizado esta familia han sido los propios.
El empleo de niños en el conflicto palestino-israelí no es un hecho aislado. Al punto que, como ya mencionáramos con anterioridad, según Palestinian Media Watch, el director del Accountability Program la ONG Defence for Children International – Palestine (DCI-P), a la que no puede acusarse de ser pro-israelí, precisamente, explicaba en una entrevista el 11 de octubre de 2017 en la televisión oficial de la Autoridad Palestina que los menores palestinos de hecho cometen atentados terroristas, y que lo hacen no necesariamente porque quieran atacar a israelíes, sino para aumentar o mantener su estatus en la sociedad palestina.
Pero, al parecer, no hay ni profesionales ni “audiencia” para este material… Los hechos, así, se transforman en aquello que encaja en las preconcepciones.