El 7 de septiembre de 2015 la sociedad europea se hallaba inmersa en un debate ético respecto a la llegada de refugiados e inmigrantes huyendo de las guerras civiles en Siria y de la descomposición generalizada de la región.
Aún bajo el impacto causado por la fotografía del pequeño Alan Kurdi, los medios de comunicación se hacían eco del horror y traían a su primera página un conflicto que llevaba demasiado tiempo pasando inadvertido.
Aunque no todos los organismos concuerdan en el recuento de víctimas, estas son aproximadamente las cifras de lo que el alto comisionado de la agencia para los refugiados de la ONU, Antonio Guterres, definió como la “peor crisis humanitaria de nuestra generación“:
Más de 200.000 muertos (entre ellos, según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos 69.494 civiles, incluyendo 11.493 niños)1.850 muertos o desaparecidos en el mar en los seis primeros meses de 2015 intentando alcanzar las costas europeasMás de 4.000.000 millones de refugiados7 millones de desplazados internos
Realmente, se puede decir que en ciertos casos, nos encontramos ante un verdadero problema que nada tiene que ver con la causa de los derechos humanos o de los palestinos, sino con una verdadera obsesión anti israelí.