Ese lugar común actual que dice algo así como, “dime tal cosa sin decirme tal cosa”, es oportuno para referir a dos artículos que, en realidad, son un resumen de buena parte (y esa buena parte es, más bien, eso que vienen denominándose casi toda) de la cobertura sobre el conflicto árabe/iraní-israelí y sobre Israel.
Entonces, ‘dime que suscribes la narrativa del grupo terrorista y genocida Hizbúlá diciéndome que lo haces’. Porque, en este caso, hay tantos medios que no se arriesgan a sugerirle al lector lo que debe pensar, opinar, creer, que se ven inclinados a evidenciar lo evidente: tal aval; es decir, tal degradación profesional.
El diario El Correo convertía a Hizbulá, el 24 de noviembre de 2024, en un grupo “resistente”, censurándole a sus lectores el hecho de que este grupo terrorista, que inició la guerra en el norte al lanzar un ataque contra Israel el 8 de octubre de 2023, se dedica, entre otras cosas, al tráfico de drogas, armas, personas, diamantes de sangre y lavado de dinero. Ya no sólo lavar, sino romantizar la brutalidad, parece estar en boga entre algunos medios de comunicación. ¿O son medios de propaganda?
Pero, claro, no se le pueden pedir peras al olmo; el grupo Vocento hace tiempo que ha decidido que sobre este conflicto informará a su público a través de activistas anti israelíes, cuando no, directamente, filoisalmistas.