Para qué disimular, si ni hay respeto a la audiencia ni a la profesión y, sobre todo, si no hay consecuencias al mal quehacer “periodístico”. De tal manera, la BBC Mundo, en lugar de presentar el 19 de septiembre de 2024 una crónica, parecía ofrecer un comunicado de Hizbulá aliñado con algunos de los elementos utilizados habitualmente por los informadores.
Borraba el hecho de que quienes poseían esos dispositivos eran los miembros de Hizbulá, sugiriendo un ataque indiscriminado de lo que, acaso, haya sido la acción masiva más selectiva que se haya visto. Seguía la BBC el manido libreto de confundir a los terroristas con los civiles.
Además, identificaba al grupo terrorista, y proxy iraní, Hizbulá, como un mero “partido político”, disimulando aún más a sus miembros con la población civil, y a sus fines genocidas con un programa político. Por si quedara alguna duda del carácter único del grupo que desde el 8 de octubre viene lanzando ataques con misiles contra Israel, las palabras del vicesecretario general de Hizbulá, Naim Qassem, en 2012 no dejan lugar a dudas:
“No tenemos un ala militar y otra política; no tenemos a Hizbulá por un lado y al partido de la resistencia por otro […]. Todos los elementos de Hizbulá, desde los comandantes hasta los miembros, así como nuestras diversas capacidades, están al servicio de la resistencia [terrorismo], y no tenemos otra prioridad que la resistencia [terrorismo].”
Respecto al “respaldo de Irán”, su jefe de Hizbulá, Nassan Nasrallah, dejaba bien claro en 2016 que:
“Somos transparentes sobre el hecho de que el presupuesto de Hizbulá, sus ingresos, sus gastos, todo lo que come y bebe, sus armas y cohetes, provienen de la República Islámica de Irán…”.
A esto, la BBC lo llama “respaldo” …
Ni hablar ya, claro está, de mencionar la relación de Hizbulá con el tráfico de drogas y el lavado de dinero resultante de esa actividad. A quién se le ocurre.
Mas, por supuesto, no podía faltar la hiperbólica y fantasiosa acusación contra Israel.
Tres párrafos que parecían salidos del mismísimo búnker donde se esconde Nasrallah, mientras expone a los libaneses (como Hamás a los gazatíes) a las represalias provocadas por sus agresiones.
Más adelante, luego de un conato de simulación informativa, volvía la redacción “subterránea”:
Intercambio desde octubre… Mire usted qué manera de difuminar lo definido, el ataque iniciado por Hizbolá el 8 de octubre; de transformar el ataque genocida (asesinatos masivos, torturas, secuestros, violaciones masivas, amputaciones) de Hamás del 7 de octubre en mera incursión.
Esto ya no solo cae en la definición de la sumisión y el colaboracionismo, sino en el conjunto al que habitualmente se designa universalmente como “residuos”.
El texto es largo como un castigo injusto. Así pues, hasta aquí esta muestra de ese suplicio con el que indisimuladamente la ya bochornosa británica corporación mediática pretende arrastrar a su audiencia a la abyección en la que hace tiempo que se desenvuelve. Porque lo vale son esos tres párrafos iniciales. Pocos pasan mucho más de allí.