La propaganda y las fabricaciones del grupo terrorista Hamás corren con ventaja: un sustancial número de medios en español se afana ya no sólo por repetirla, sino por adoptar su “narrativa” para enmarcar el conflicto, para envolver, justamente, la propagación de su defensa y la ocultación de sus fines.
El diario español El País, se postulaba como diáfano modelo de esta práctica el 10 de septiembre de 2024 en una crónica – ¿es posible continuar utilizando este término para un producto muy distinto? – en la que se seguía al pie de la letra, y al instante, el guion de Hamás sin dejar lugar para un atisbo de periodismo, ausente ya de manera sistemática por una cuestión de evidente necesidad.
- El medio adopta el léxico propio de la propaganda de Hamas y otros grupos terroristas para referirse al ejército israelí. Para estos grupos Israel es ilegítimo y sus fuerzas armadas, por tanto, son tropas de “ocupación”.
- Asumida esta posición, y mientras se adoptan automáticamente las cifras y las versiones de Hamás y organizaciones afines, cualquier declaración procedente del Ejército es tenida por una mera “justificación”, un ardid para cubrir el rastro de sus “crímenes”.
Israel “vuelve”, “como siempre”, “ocupante”, a atacar y a “justificar” esos ataques. Ya se ve, un sujeto activo por lo demás taimado. ¿Cómo va a confiar, entonces, el lector, en lo que diga este estado?
O, por qué no doblar la apuesta de colusión con la propaganda de Hamás y decir que:
Vaya, el ataque brutal y masivo contra Israel del 7 de octubre de 2023 por parte del grupo terrorista genocida del que asimilan los tópicos, los tempos y las fabricaciones, es apenas “un mantra justificativo”. A la vez que toda acción israelí parece quedar catalogada como “matanza”. Por supuesto, el ataque contra la población israelí no merece ningún calificativo.
Y, claro, cómo no mentar el “derecho internacional”. No como norma, sino como ladrillo arrojado contra el estado judío. No como evaluación de la utilización sistemática por parte de Hamás de la infraestructura civil como bases de operaciones, puestos de lanzamiento de cohetes, escondrijo, entradas para sus túneles ubicados debajo de esa misma infraestructura: en breve, como escudo humano. Ni para abordar la utilización de menores palestinos como combatientes. No. Nada de eso. Ni siquiera para citarla correctamente. De hecho:
La Cruz Roja Internacional menciona en la Práctica relativa a la Norma 23 -Ubicación de objetivos militares fuera de zonas densamente pobladas -, en el artículo 58 del Protocolo adicional I de 1977, que las partes en conflicto evitarán, en la mayor medida posible, “situar objetivos militares en zonas densamente pobladas o en sus proximidades”.
Y, además, señalaba que incluso “las unidades y los establecimientos sanitarios [que] gozan de protección debido a su función de brindar atención a los heridos y los enfermos. Cuando se los usa para interferir directa o indirectamente en operaciones militares y, por lo tanto, perjudicar al enemigo, se suspende la lógica de su protección específica. Ese sería el caso, por ejemplo, si un hospital se usara como base para lanzar un ataque, como puesto de observación para transmitir información de valor militar, como depósito de armas, como centro de enlace de las tropas en combate o como refugio para combatientes en buen estado de salud”.
Mentir y omitir los hechos es una práctica casi imprescindible de la propaganda. Sobre todo, la de un grupo despiadado como Hamás, que busca la eliminación de Israel.
Omisiones como la posterior versión de ese grupo terrorista, que rebajaba en un 50% las víctimas fatales.
Pero, qué importan los hechos cuando no es la información el producto que se ofrece.
Ya hasta el nombre socarrón con el que se menciona al medio le queda grande, de tanto que ha adelgazado en profesionalismo y, ante todo, en dignidad.