Nadie puede negar que Hamás se autodefine como un movimiento antisemita genocida, así lo expresa su acta fundacional.
Nadie puede negar que la masacre del pogromo ocurrido durante la festividad judía de Shemini Atzeret/Simja Torá involucró una planeación minuciosa por parte de Hamás, para asesinar judíos de forma indiscriminada y cruel.
Nadie puede negar que es muy distinto morir como consecuencia del fuego cruzado en un combate entre dos bandos armados, a ser asesinado deliberadamente tras ser mutilados, torturados y quemados, a manos del enemigo en su sentido más literal.
Nadie puede negar que Hadj Amin Al Hussein, mulftí y líder “palestino” en la primera mitad del siglo 20 de la era común, en conjunto con varios millones de árabes, apoyaron a los nazis en su intento genocida de destruir a los judíos en todo el mundo.
Nadie puede negar los pogromos antisemitas perpetrados por árabes contra judíos en los años 20s y 30’s en Israel, como el de la ciudad de Hebrón.
Nadie puede negar que en 1948 ejércitos regulares de al menos cinco países árabes marcharon contra los judíos para asesinarlos en Israel, tras sólo 3 años de culminar el Holocausto en Europa.
Nadie puede negar que los árabes, tras esa milagrosa derrota de 1948 ante Israel acuñaron el término “nakba” para calificar el resultado de la guerra como una “catástrofe” que se volvió el evento fundacional de la “causa palestina”.
Nadie puede negar la afiliación de Hamás y otras organizaciones terroristas con organizaciones anti judías y anti occidentales como la Hermandad Musulmana o el Estado Islámico ni la relación directa que existió entre los nazis y los musulmanes radicales que fundaron esas organizaciones totalitarias.
Nadie puede negar que el Estado Islámico es una amenaza totalitaria global, no sólo regional.
Nadie puede negar que el acta fundacional de Hamás y de Al Fatah promueven la destrucción total de Israel y el subyugamiento de los judíos hacia esas organizaciones terroristas totalitarias.
Nadie puede negar que estados árabes como Egipto y Jordania controlaron las porciones de territorio concedidas a los árabes por las Naciones Unidas en 1948 y hasta 1967 sin desatar protestas libertarias “palestinas”.
Nadie puede negar que Al Fatah se fundó años antes de la guerra de los Seis Días en 1967 para “liberar” una “Palestina” que NO incluia Gaza, ni Judea y Samaria…. Sino que buscaba continuar la lucha anti judía y expulsar a los judíos de Israel.
Nadie puede negar que Hamás y Hezbolá se fundaron bajo el objetivo expreso de destruir Israel y a los judíos.
Nadie puede negar que los países árabes no le han permitido a Israel vivir en paz tras 75 años desde su fundación.
Nadie puede negar que los atentados terroristas contra judíos dentro y fuera de Israel, de Argentina a Canadá y de Francia a Turquía a manos de terroristas radicales musulmanes se ha multiplicado con el paso de los años en las últimas décadas.
Nadie puede negar que los atentados terroristas islámicos contra civiles en todo el mundo se ha multiplicado en las últimas décadas, de Nueva York, a Madrid, a Londres, a Bélgica y a tantos otros lugares.
Nadie puede negar que las comunidades judías de los países árabes fueron obligadas a revivir un éxodo masivo en las décadas de los años 40 y 50 del siglo 20 de la era común.
Nadie puede negar que las Naciones Unidas crearon la UNWRA para los “refugiados” palestinos pero no crearon ninguna organización para los refugiados judíos de países árabes. Nadie puede negar que esa UNWRA es un despropósito deliberado.
Nadie puede negar que las Naciones Unidas se convirtieron en un foro aprovechado por las dictaduras para presionar a Israel de forma permanente.
Nadie puede negar que con cada conflicto árabe-israelí una ola de antisemitismo se desencadena en calles, comercios, plazas y universidades de todo el mundo.
Nadie puede negar la existencia del antisemitismo filonazi y filo estado islámico en el mundo.
Nadie puede negar que los antisemitas de Hamás apoyan el asesinato indiscriminado de niños, niñas, mujeres, hombres y ancianos judíos.
Nadie puede negar que muchos judíos han derramado su sangre en Israel y que muchas familias se han destrozado en mil pedazos como consecuencia del terror islámico.
Nadie puede negar que los medios de comunicación, en buena medida, se dedican a acusar y señalar a Israel ante cualquier crisis en Medio Oriente, funcionando como un brazo más de presión antisemita.
Nadie puede negar que la milagrosa bendición de Israel contribuye al progreso del resto del mundo en una medida positiva desproporcionada en comparación al tamaño de su población y territorio.