Esa noche lateral
de barracones, humo
y residuos de solución.
Esa noche fatal, que no se agota
en el instante de una efeméride
ni en los cercos que encerraban
al problema en la propia maquinaria
que habría de resolverlo.
Esa noche larga, como la ausencia
de los nombres que le sirvieron
de partículas para configurarse
y tenderse, como una muerta
o una cautiva,
a disputarle el territorio al olvido
aquí,
ahora,
siempre.