El 7 de octubre de 2018, dos israelíes (Ziv Hajbi y Kim Levengrond Yehezkel) fueron asesinados y otra víctima resultó herida en un atentado terrorista perpetrado por un palestino en el complejo industrial de Barkan. La secretaria de la empresa, Levengrond Yehezkel, fue esposada y posteriormente ejecutada.
El terrorista huyó.
Este atentado terrorista -con el agravante de una ejecución a sangre fría- no despertó el interés de la mayoría de medios hispanos. Medios como El País, ABC, Clarín, La Nación, o Milenio no escribieron una sola línea al respecto. Es decir, que para estos medios, no tenía ninguna relevancia en el marco del conflicto palestino máxime cuando un comité de la Unión Europea votó recientemente para congelar fondos destinados a la Autoridad Palestina debido a la inclusión de incitación en el los libros de texto destinado a los niños palestinos.
Llama especialmente la atención este silencio en los citados medios españoles porque cuentan con corresponsalía propia en la zona, y el atentado causó una gran conmoción. Por su crueldad y porque Barkan es un símbolo de la convivencia pacífica entre israelíes y palestinos.
Respecto a El País, no es la primera vez que no da cuenta de las muertes de israelíes a manos de palestinos. Sin ir más lejos, silenció totalmente el atentado de hace tres semanas que sesgó la vida de Ari Fuld y que fue cometido por un menor palestino.
A la hora de entender en su contexto qué significa este silencio, tenemos que tener en cuenta que dicho medio no parece tener reparos a la hora de hacerse eco de informaciones de dudosa relevancia, que puedan afectar negativamente la imagen de Israel. Recordemos ese artículo acerca de 12 judíos norteamericanos que (entre unos 40.000) decidieron protestar por una visita a Israel de la organización Birth-Right (hecho sucedido en junio/julio, ni más ni menos).
Es decir: 12 judíos estadounidenses que protestan contra Israel sí, pero víctimas israelíes del terrorismo palestino no.
Es más, en esa aparente búsqueda de ocultación del crimen y de limpiar la imagen del criminal, El País publicaba en los últimos tiempos varios artículos acerca de la figura de Ahed Tamimi y lograba desinformar acerca del delito que la llevó a la cárcel.
Porque la heroína palestina” (tal y como la llamaban) no fue juzgada sólo por abofetear a un soldado, sino por incitación al odio y llamamientos a cometer atentados: “Ya sea apuñalamientos u operaciones de martirio [i.e. atentados suicidas] o arrojando piedras, todos deben hacer su parte.En ninguno de los artículos de EL País hubo espacio para explicar esto, aunque hubo relevantes descripciones de su melena rubia , su pelo largo, frondoso y rizado y su cabeza salida de un lienzo de Botticelli.
Lo que encontramos en las páginas del diario más influyente de habla hispana es un serio y paradójico problema: ocultación del crimen y glorificación del criminal.
Por un lado, no informan de los atentados, ni de la incitación al odio de los líderes palestinos, ni del delito que llevó a Tamimi a la cárcel, ni de que un gran número de los abatidos en las Marchas del Retorno eran miembros de grupos terroristas… Por otro lado, el tratamiento que le dan a las noticias vende una idea equivocada de los protagonistas.