Porque si usted sólo recurre a dichos medios, probablemente no haya siquiera leído la palabra Hamas.
Entonces, habrá que explicar sucintamente que Hamas es un grupo terrorista palestino – no lo digo yo, lo dicen Estados Unidos y la Unión Europea, entre otros -, que controla la Franja de Gaza. Y la controla con puño de acero y mediante ejecuciones sumarísimas . Y ese control se traduce en una concentración de la riqueza en los bolsillos de sus líderes.
El grupo lo ha intentado todo contra Israel. Desde atentados suicidas, lanzamiento de miles de cohetes y misiles – que llevaron a tres contiendas – y la construcción de millonarios túneles que se adentraban el territorio israelí con el propósito de infiltrarse. El objetivo era siempre el mismo, acabar con el Estado judío. Pero allí sigue Israel. Así pues, Hamás decidió cambiar de estrategia – no mucho, realmente, porque lo de utilizar a su población como escudos humanos es algo que viene practicando desde hace mucho -: lanzar a su población contra la valla de seguridad entre Gaza e Israel con el fin de que sus operativos crucen a Israel. No de paseo, precisamente.
De tal guisa, a usted le habrán contado que esta es una “manifestación” o “marcha” “pacífica”, convocadas por diversas “organizaciones”, con el objetivo por reclamar por el inexistente “derecho” de “retorno” (otra forma de decir “acabar con el Estado judío”). Y le habrán escatimado al verdadero organizador: Hamás. ¿Se acuerda? El grupo terrorista.
Y a partir de entonces, como ya se había decidido que la realidad no se ajustaba a sus intereses o intenciones, los medios habían de continuar omitiéndole información harto relevante.
Los gazatíes, una herramienta
Así lo ha explicado Yahya Sinwar, uno de los líderes de la organización terrorista en Gaza, el 16 de mayo de 2018, durante una entrevista televisiva:
“Cuando decidimos embarcarnos en estas marchas, decidimos convertir lo que nos es más querido – los cuerpos de nuestras mujeres y niños- en un muro de contención que impida la deriva muchos árabes hacia la normalización de los lazos con [Israel]”.
Para convertir a lo que les “es más querido” en escudo de sus actividades, vale todo, como que los organizadores de la “marcha” urgieran “a los manifestantes a través de altavoces a que rompieran la valla, diciéndoles que los soldados israelíes estaban huyendo de sus posiciones, incluso mientras los reforzaban”, tal como indicaba la revista Tablet el 16 de mayo de 2018.
Carne de cañón, eso son para Hamás los gazatíes. Eso material para la propaganda. La que los medios se encargan de encuadrar de manera “conveniente”. Vamos, quitando a Hamás de escena, maquillando de “pacíficos” los disturbios y retratando al ejército israelí como a un frío “asesino”.
El New York Times apuntaba el 27 de abril que “cientos de palestinos, exhortados por un ardiente discurso de un líder de Hamas a media tarde, se lanzaron contra la barrera de seguridad en el extremo oriental de la ciudad de Gaza e intentaron cruzar a Israel”. Y añadía que el alto cargo de Hamás Ismail Radwan, instó a los “manifestantes a no temer la muerte sino a darle la bienvenida al martirio”:
“Cuando somos valientes, nos acercamos al martirio, al martirio, al martirio, al martirio”.
El (sempiterno) objetivo de Hamás
El 10 de mayo, el diario Times of Israel ofrecía las palabras pronunciadas por Yahya Sinwar ante una audiencia de periodistas. Y decía que el líder terrorista “… espera ver a cientos de miles de palestinos cruzando la valla fronteriza desde Gaza a Israel…”.
El diario inglés The Independent, también las reproducía, de la siguiente manera:
“‘¿Cuál es el problema si cientos de miles asaltan esta valla que no es la frontera de un estado? ¿Cuál es el problema con ello?’, dijo Sinwar, añadiendo que él no reconocía la frontera”.
El objetivo estaba claro, infiltrarse en Israel.
¿Para abrazar a sus vecinos; para buscar oportunidades laborales?, se preguntará usted.
Pues no.
Dejo que le responda el propio Sinwar, que una arenga a principios de abril de 2018 desde el lugar de las “protestas” espetó que los palestinos “no pueden entregar ni un centímetro de Palestina”, que reiteró que incluía todo Israel, y dijo:
“Derribaremos la frontera y les arrancaremos [a los israelíes] los corazones de sus cuerpos”.
Ya le veo el gesto. Ahora comienza a comprender un poco la respuesta israelí al intento de penetración por parte de Hamás.
Y es que, tal como decía Ismael Haniyeh, líder de Hamas, el 11 de mayo 2018 desde una de las carpas de la “marcha del retorno”, con cánticos antisemitas como fondo:
“¡Nunca olvidaremos Palestina desde el mar [mediterráneo] hasta el río [Jordán]. ¡Palestina es desde el mar [Mediterráneo] hasta el río [Jordán]! ¡Y nunca, nunca, nunca, nunca reconoceremos a Israel!”
“Estos no son meros eslóganes. Este es nuestro camino. ¡Es la verdad, la verdad! Este es nuestro principio, nuestra ideología, y no está dispuesta a transigir”.
“…la resistencia no sólo se niega a entregar sus armas, sino que incluso las está desarrollando”.
No hay lugar para Israel.
Pero prosigamos.
En tanto, Khalil al-Hayya, alto cargo de Hamas, definía los tres principales objetivos de las “marchas” según indicaba el Jerusalem Center for Public Affairs. Sí, las metas las definía Hamas, ¿quién más podía definirlas? Y además, a mediados de abril aclaraba, por si había algún despistado:
“Avisadle a Israel que espere hasta el 15 de mayo, cuando estalle la rebelión luchadora palestina y nada la detendrá. Oleada tras oleada, hasta que nos encontremos en Jerusalén”.
Como verá, aquello de una “marcha pacífica” organizada por “colectivos y organizaciones”, va quedando en evidencia más como un ejercicio de voluntarismo que de periodismo.
Pero si es que hasta lo desmentía explícitamente Mahmoud Al-Zahhar, un alto cargo de Hamás, el 13 de mayo de 2018:
“… ¿es esto realmente una ‘resistencia pacífica’? Esto no es resistencia pacífica. ¿Ha disminuido la opción [de la lucha armada]? No. Al contrario, está creciendo y desarrollándose. Eso está claro. Así que cuando hablamos de ‘resistencia pacífica’, estamos engañando al público. Se trata de una resistencia pacífica reforzada por una fuerza militar y por agencias de seguridad, que goza de un enorme apoyo popular”.
Israel, el “estado malvado”
Otro de los lugares comunes que habrá leído es que aquel que dice que Israel “comete masacres/matanzas de civiles desarmados”. Lamento decirle que otra vez le han colado un trozo de campaña propagandística.
Salah Al-Bardawil , alto cargo de Hamas que hace las veces de portavoz de Hamas, en una entrevista en una televisión gazatí reconoció el 16 de mayo que “de los 62 mártires” del 14 de mayo, “50 eran miembros de Hamas”. “Le estoy dando la cifra oficial”, le remarcó al entrevistador.
Además, al menos tres de los doce fallecidos restantes (de acuerdo a las cifras de Bardawil), eran miembros del grupo terrorista Yihad Islámica Palestina.
Según los propios grupos terroristas palestinos financiados por Irán – y en el caso de Hamas, también en “contacto diario” con el grupo terrorista y proxy iraní Hizbalá -, y también de acuerdo a las comprobaciones llevadas a cabo por el Centro de Información sobre Inteligencia y Terrorismo Meir Amit, la mayoría de los fallecidos palestinos pertenecían estos grupos (más del 80% según el mencionado centro).
En cuanto a los civiles muertos, vale la pena refrescar cómo Hamás utiliza a los gazatíes como escudos humanos…
Ya en 2008, el Ministro de Interior de Hamas, Fathi Hammad, en uno esos ataques de sinceridad que sólo asalta a los líderes del grupo terrorista ante sus audiencias – pero que pueden ser recuperados por obra y gracia de las redes de comunicación actuales -, en un discurso transmitido por el canal de televisión Al-Aqsa (MEMRI) reconocía:
“[Los enemigos de Alá] no saben que el pueblo palestino ha desarrollado sus [métodos] de muerte y de búsqueda-de-la-muerte. Para el pueblo palestino, la muerte se ha convertido en una industria en la cual, las mujeres sobresalen, de la misma manera que todos los que viven en esta tierra. Los ancianos sobresalen en ello, lo mismo que los mujahideen y los niños. Es por esto que hemos formado escudos humanos de mujeres, niños y ancianos y mujahideen, para desafiar la máquina de bombardeo sionista. Es como si le estuviesen diciendo al enemigo sionista: ‘Deseamos la muerte como tú deseas la vida’”.
Y Haniyeh, en 2014, espetaba:
“Sí, somos un pueblo que anhela la muerte, así como nuestros enemigos anhelan la vida. Anhelamos el martirio por la misma meta por la que murieron nuestros líderes, así como los demás aman sus asientos de poder”.
Claro que esa primera persona del plural no incluye a los líderes del grupo terrorista, que en tanto mandan a morir, cuenta beneficios.
Y también cabe recordar cuánto le interesan a Hamás las personas que viven en la Franja. Tanto, que, siguiendo órdenes de Hamás, gazatíes destrozaron (11 de mayo) el paso limítrofe por el que casi a diario entra ayuda humanitaria y diversos bienes; e incendiaron las cañerías por las que ingresa el combustible. Y, una vez perpetrado este acto, y según informaba el 16 de mayo el diario inglés The Telegraph, se negó a aceptar un cargamento médico del ejército israelí, a pesar de la grave escasez de suministros hospitalarios para atender a los heridos, porque, según Hamás, era una “payasada propagandística”. En realidad, se Israel transfiere ayuda a Gaza casi a diario desde hace años.
Inconclusa conclusión interrogativa
Ahora, le pregunto, querido lector: ¿Aceptaría usted que la información acerca de las acciones del grupo terrorista Estado Islámico (o cualquier otro, no palestino) fuese dictada por éste, al punto de no mencionarlo?
Pues eso es lo que parecen estar haciendo los medios en español con la cobertura de los eventos creados a partir de la implementación de la nueva estrategia de Hamas con el objetivo de infiltrarse en Israel: seguir un guion escrito por el grupo terrorista palestino.
Eso no es información. Es algo más digno de una operación de propaganda.
Entonces, ¿usted se informaría a través de la lectura de panfletos propagandísticos o de medios de información donde se realiza una labor periodística responsable y que, en definitiva, lo respetan a usted, lector?