Ya con anterioridad, ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas Abbas se había referido al conflicto como uno de “carácter regional o internacional”.
Abbas pretendería abultar la relevancia del conflicto poniéndolo al nivel de la guerra en Siria o en Irak. Amén de llevar a la mesa de negociaciones a países afines. El fin, “negociar” sin negociar nada.
Pero, más allá de las estrategias políticas, está el problema informativo. Y es que los medios, de un tiempo a esta parte, se han convertido – cuando no incluyen inclinaciones ideológicas -, en meros reproductores de los dichos de líderes y políticos; y en espacios que apenas mencionan el hecho en cuestión.
El economista y politólogo Hebert Simon, premio Nobel de Economía, decía que en un mundo rico en información, la información significa otra cosa: una escasez de cualquier cosa que consuma la información. ¿Y qué es lo que consume la información? Según Simon, consume la atención de sus destinatarios.
Lo que en principio podría parecer paradójico, no lo es tanto. Porque la sobreabundancia de información es, en realidad, una profusión de datos la mayor parte del tiempo desprovistos de contexto, verificación y documentación. Un bombardeo constante de menciones de hechos, de dichos. En este marco, los medios se postulan más como altavoces del ruido, que como los intermediarios que ponen pausa, sentido y fundamento. Y ese ruido termina, efectivamente, por distraer la atención de lo que ocurre.
Entonces, ¿de quéha distraído la atención del lector esta “información” sobre Abbas y su campaña ante la audiencia internacional?
Del hecho de que Abbas dice “paz” pero ejerce su preciso opuesto.
El titular del diario oficial de la Autoridad Palestina, Al-Hayat Al-Jadida (25 de febrero de 2018) anunciaba:
“El movimiento Fatah en Jenin provee de un hogar para que viva la familia del mártir Ahmed Jarrar”
Y ampliaba:
“El movimiento Fatah en el distrito de Jenin proveyó de un apartamento totalmente equipado a la familia del mártir (shahid) Ahmed Nasr Jarrar, que ascendió [al Cielo] a menos de las fuerzas de ocupación el 6 [de febrero de 2018]”.
Ahmed Jarrar es el terrorista – ampliamente glorificado por Fatah – que lideró la célula que asesinó al rabino Raziel Shevach disparándole desde un automóvil en movimiento. Jarrar fue abatido durante un intercambio de fuego con soldados israelíes al resistirse a su arresto el 6 de febrero de 2018, cerca de Jenin.
Fatah, recordemos,es la organización mayoritaria dentro de la OLP, y está liderada por Mahmour Abbas, quien también preside desde 2005 – aunque su mandato expiró a principios de 2009 – la Autoridad Palestina.
El mismo Abbas que, ante su gente, es incapaz de reconocer la legitimidad de Israel. Así, el 11 de marzo de 2016, televisión oficial de la Autoridad Palestina, le dijo a su gente:
“Hemos estado bajo ocupación por 67 o 68 años [es decir, desde el establecimiento de Israel en 1948]. Otros se habrían hundido en la desesperación y la frustración. Sin embargo, estamos decididos a alcanzar nuestro objetivo porque nuestro pueblo está con nosotros”.
En este sentido, vale la pena recordar dos artículos de la constitución de Fatah ya mencionados:
– artículo 12: “completa liberación de Palestina, y a la erradicación de la existencia económica, política, militar y cultural sionista”
– artículo 8: la “existencia israelí en Palestina es una invasión sionista”.
Un medio que se precie por informar a sus lectores (aunque ese sea, precisamente, su única finalidad), debería incluir tales datos que son de suma relevancia para lo que se trata: sí, Abbas dijo lo que dijo, pero la realidad, en los territorios que controla, es bien otra.
De lo que el lector bien podría preguntarse, ¿a qué se refiere Abbas cuando habla de paz? ¿Qué fines persigue?