Issa Amro es un activista palestino que fue recientemente detenido por las autoridades palestinas por verter críticas en internet contra el gobierno de Mahmud Abbas.
A pesar de que Israel no tenía nada que ver en este caso, el diario El País conseguía situar al estado judío en el titular y en parte de la noticia:
Issa Amro, el pacifista detenido por los palestinos y perseguido por los israelíes
Pero dejemos de lado en esta ocasión la obsesión por Israel, y centrémonos en una de las frases, que resulta paradigmática del sesgo informativo. Para justificar la presencia de Israel en la noticia, el corresponsal en la zona escribe:
La justicia militar israelí le ha encausado por organizar manifestaciones ilegales contra la discriminación de la población palestina.
El empleo que hace el diario de las comillas no es meramente anecdótico, sino que es un ejemplo perfecto del mal que atañe a gran parte del periodismo en español. En términos generales, la versión de los israelíes es tratada con escepticismo, de ahí el entrecomillado para la palabra ilegales, otorgándole carácter subjetivo.
No obstante, la versión palestina carece de todo filtro de sospecha y es presentada como una realidad sin comillas, y sin sombra de duda.
En este caso, la mala praxis es aún más llamativa, teniendo en cuenta que el hecho de que una manifestación sea legal o ilegal no depende de una lectura subjetiva sino de la ley vigente en un país. Sin embargo, el hecho de que haya discriminación de la población palestina sí es una cuestión debatible, que se enmarca precisamente en un conflicto ante el cual, supuestamente, el medio no toma partido.
Con esta frase, El País estaba presentando una realidad objetiva como una cuestión subjetiva, mientras que convertía un aspecto discutible en una circunstancia real. Así se construye una realidad en base a un estado emocional, y no a unos hechos concretos
Todo muy cercano a esa post-verdad que tanto denunciaron los medios en su día.