En todo el artículo no hay una ola fuente israelí consultada que explique su visión de lo sucedido. La única a la que dan voz, hace referencia a otro hecho: al ataque a la embajada israelí en Jordania. También se recogen declaraciones del ex primer ministro Barak y un artículo de Haaretz. Ambos critican la actuación de Netanyahu por la gestión de la crisis. Es decir, que una vez más, El País priva a sus lectores de cualquier versión que no sea acusatoria contra Israel.
Sí hay, sin embargo, declaraciones de Xavier Abu Eid, de la OLP, que afirma que el movimiento ha surgido de la calle, de forma no violenta, y cuyas palabras dan forma al titular y el espíritu del artículo, en una clara toma de partido del medio.
Recordemos que las pacíficas revueltas consistieron en enfrentamientos y choques con las fuerzas de seguridad israelíes, incluyendo lanzamientos de cócteles molotov.
Recordemos las pacíficas revueltas fueron el alimento ideológico del asesinato de los tres miembros de una familia que cenaba tranquilamente en su casa. Algo a lo que sí hace referencia El País,aunque lejos de humanizar a las víctimas, prefiere humanizar al terrorista que las apuñaló y habla de:
tres colonos israelíes, apuñalados en un asentamiento en Cisjordania por un joven palestino.
O sea, los israelíes no son miembros de una familia, o civiles cenando sino colonos en un asentamiento.
Mientras que el palestino no es terrorista ni asesino, tan sólo es joven.
Finalmente,el toque de desconocimiento total lo brinda la última frase del artículo, cuando el periodista se pregunta si las tropas israelíes están preparadas para afrontar un desafío palestino inspirado en las ideas de Mahatma Gandhi o Martin Luther King.