Eso se desprende de la “narrativa” que impulsa el liderazgo palestino, y que ha venido a convertirse en la “cobertura” del conflicto de los medios en español.
Así, cada vez que una voz palestina dice lo que, según el canon editorial de estos medios, no debe decirse, éstos hacen un silencio casi sin fisuras.
De modo que, cuando incluso alguien como Nihad Abu Ghosh, miembro del Frente Democrático para la Liberación de Palestina – considerado organización terrorista por Estados Unidos – y director del Departamento de Asuntos de la Diáspora de la OLP, describe en términos negativos la situación de los cristianos viviendo en los territorios controlados por la Autoridad Palestina – y su drástica disminución a lo largo de los años (descenso que, según el propio Abu Ghosh, se viene produciendo “desde antes de la ‘nakba’”) -, el hecho debe ocultarse.
Según apuntaba el Middle East Media Research Institute (MEMRI) – que tradujo el texto publicado en abril de 2017 en el diario Al-Hadat -, Abu Ghosh escribió que la situación es resultado no sólo de la ocupación (aunque ésta es la “mayor responsable”; a fin de cuentas, no se puede decir nada sin culpar a Israel), sino también de una cultura estilo-ISIS que a infiltrado a la sociedad palestina.
Esta cultura, “excluye a los palestinos cristianos y es contraria a ellos. Hasta hoy escuchamos [a un predicador] en la mezquita de Al-Aqsa que da lecciones y aboga por imponer un impuesto (jizya) a los cristianos, mientras ignora a los ocupantes y colonos. También escuchamos de alguien que emite una fatwa que prohíbe felicitar a los cristianos en la Navidad…”.
Y, además, escribía:
“Sin duda, la ocupación es la mayor culpable de la trágica situación de los palestinos, cristianos y musulmanes por igual; [una situación] que empuja a sectores enteros a considerar la emigración. También es posible que factores culturales y demográficos hagan que la opción de emigrar e integrarse en las sociedades de acogida sean más fáciles para los cristianos que para los musulmanes…”.
Los medios no están seguros de que la reiteración sesgada de información sea suficiente. Quizás, más de uno, luego de leer un texto así, termine por desconfiar, ya no sólo de la veracidad, sino de la verosimilitud de lo que se le cuenta tan con tono doctrinario.
Así pues, callar. Ocultar. Y repetir: es la “ocupación”, es la “ocupación”.