El 6 de abril del 2017, un palestino simpatizante de Hamás asesinaba en un “ataque-atropello” al sargento israelí Elhai Teharlev, de 20 años, y dejaba herido a otro soldado de 19 años.
Esta noticia pasaba completamente inadvertida en la mayoría de los medios en español de referencia que no se hicieron eco de la noticia. Pongamos por ejemplo algunos de los medios que encabezan la lista de los más leídos. Ni una sola línea en El País, en el diario ABC, en Clarín o en El Universal de México.
No obstante, todos ellos sí se hicieron eco, como es evidente, del ataque-atropello en Estocolmo, que tenía lugar un día después, y que se cobraba la vida de tres personas y dejaba a más de doce heridos. Por algún motivo dos hechos similares, no obtenían el mismo interés mediático.
Y no se puede decir que es falta de interés por Israel. De hecho, aunque no encontraban espacio para el ataque terrorista, sí encontraban para otras noticias.
El Universal de México: el mismo 6 de abril, contaba que un concierto de Britney Spears aplazaba las primarias del presidente del partido Laborista.
Clarín: Se hacía eco del apoyo del primer ministro Netanyahu al bombardeo norteamericano a una base aérea siria.
ABC: El mismo día, también, se hacía eco del retraso de las primarias laboristas a causa del concierto de Spears.
El País: Un día después, el diario de mayor tirada, publicaba un artículo acerca de unos ex dirigentes del Shin Bet que dicen que la libertad de expresión está amenazada en Israel.
El problema no es simplemente un problema de doble rasero ideológico (un atropello en Israel no importa) sino que es una enorme falla profesional. Los medios no explican los riesgos a los que se enfrenta un país, pero les falta tiempo para correr a contar la pequeña anécdota (El Universal o ABC), o son prestos en mostrar un sólo lado de la información (El País).
Si el lector no entiende la amenaza, ¿cómo va a entender la respuesta?