En la mayor parte de las crónicas periodistas se suele explicar qué ha sucedido y por qué ha sucedido; es decir, se da cuenta de una consecuencia y se explica sus causas. Pero, al llegar al conflicto palestino-israelí, las crónicas parecen tener (o, más bien, arrogarse) una licencia que les permite intercambiar causas y consecuencias o, como en el caso de El Periódico (5 de mayo), confundirlas:
La violencia habitual y cotidiana que se vive en la Franja de Gaza ha vuelto a dispararse en los últimos dos días. El Ejército israelí ha bombardeado diversos objetivos en este pequeño territorio palestino desde el martes pasado y milicianos palestinos han lanzado varios proyectiles de mortero contra las fuerzas israelís en la frontera entre Gaza e Israel.
Por cierto, ¿a qué se debe esa violencia habitual? ¿No será una consecuencia del gobierno de Hamás, un grupo terrorista?
Según el medio español, parecería haberse tratado de un ataque israelí que fue respondido por los terroristas de Hamás. Pero no fue así.
Según el Jerusalem Post,
Palestinos en Gaza lanzaron cinco ataques con mortero a través de la frontera, contra unidades del IDF, el miércoles, elevando las tensiones a lo largo de la zona fronteriza.
Por su parte, el New York Times informaba:
En respuesta a morteros lazados por Hamás contra las fuerzas de defensa israelíes operando fuera de la Franja de Gaza [en el límite entre Israel y Gaza], Israel golpeó cuatro objetivos en Gaza con ataques aéreos el miércoles, dijo un portavoz militar.
Recién en el quinto párrafo decía El Periódico que:
Milicianos palestinos han disparado con fuego de mortero hacia soldados desplegados en la frontera y tanques israelís han respondido.
Pero el lector medio de periódicos, ya hacía rato que había abandonado la noticia con la impresión de que Israel, otra vez, andaba haciendo de las suyas