Desafortunadamente, los boicots contra los judíos no son un producto exclusivo del régimen Nazi. El 22 de agosto de 1922, se reunió en Nablus el quinto Congreso Árabe, y aprobó las siguientes resoluciones: no a la venta de tierras a judíos, no a la inmigración judía y boicot a los productos judíos, para oponerse a un Hogar Nacional Judío.
En 1945, la Liga Árabe, una organización compuesta por 23 países de Medio Oriente y de África, también lanzó un boicot a los productos judíos en el territorio del Mandato Británico en Palestina. Después de la independencia de Israel en 1948, el boicot de la Liga Árabe contra de Israel se formalizó y amplió, hasta alcanzar tres niveles que aún hoy están en vigencia. El primero prohíbe la importación de bienes y servicios israelíes, el segundo prohíbe a las personas participar en negocios con cualquier entidad que haga negocios con Israel, y el tercero prohíbe hacer negocios con una empresa que tenga trato con los países en la lista negra de la Liga Árabe, por sus buenas relaciones con Israel, como los Estados Unidos.
El boicot de la Liga Árabe cuenta con el respaldo religioso de clérigos de renombre de todo el mundo. Por ejemplo, el clérigo egipcio Yusuf al-Qaradawi, además de negar que los atentados suicidas son actos de terrorismo, apoya el boicot de la Liga Árabe emitiendo regularmente fatwas (decretos religiosos) que llaman al boicot contra el Estado Judío, exigiendo “un boicot total contra los bienes de los enemigos “.
Hoy en día, el llamado al boicot contra el Estado Judío persiste en los campus universitarios como parte del movimiento “Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS)”. Uno puede ver folletos de publicidad del BDS que recubren los infinitos pasillos del MIT (Massachusetts Institute of Technology). Patrocinado por más de dos docenas de grupos árabes, el movimiento BDS llama al “boicot como forma central de resistencia civil contra la ocupación israelí”, y apunta a “los productos y empresas que se benefician de la violación de los derechos de los palestinos, así como a las instituciones deportivas, culturales y académicas israelíes”.
¿Suena familiar? Esto se debe a que los boicots del BDS no son diferentes de los promulgados en 1922, 1945 y 1948. Aunque los líderes del movimiento BDS presentan un nuevo giro al boicot al afirmar que lo que les preocupa es la libertad palestina, en realidad, su objetivo final es el mismo que el del quinto Congreso Árabe: boicot, con el fin de desmantelar y finalmente borrar a la nación judía .
Después de todo, si el movimiento BDS realmente surgió de una renovada preocupación por el trato que reciben los palestinos en Israel, ¿por qué había boicots árabes generalizados contra el Estado judío 26 años antes de la independencia de Israel, y 45 años antes de que los judíos tuvieran cualquier autonomía sobre Cisjordania o Jerusalén ocupadas? Habríamos esperado que los boicots comenzaran después de la fundación del Estado judío. En realidad, una gran parte de la población árabe del mundo se opone fundamentalmente a la existencia de un Estado judío, y están utilizando la vieja táctica del boicot para debilitar económicamente al mismo. El movimiento BDS simplemente ha re-etiquetado los boicots discriminatorios en nombre de los derechos civiles palestinos.
Nadie debería caer en el engaño de apoyar al BDS en base a la premisa de la defensa a los derechos humanos y de la reparación de las injusticias. Los estudiantes universitarios deberían percatarse de que el BDS es una táctica poco original utilizada para sofocar los sueños sionistas de una patria judía, y no se basa en ninguna aspiración elevada o moderna de derechos humanos. Se dice que “no se pueden enseñar nuevos trucos a un perro viejo”, pero cuando se trata del movimiento “Boicot, Desinversión y Sanciones”, es claro que sin duda sí se le puede dar un nuevo nombre a un perro viejo.
Original en inglés: CAMERA on Campus