El 7 de octubre de 2013 la agencia de noticias española Europa Press publicaba que:
“Nueve presos palestinos encarcelados en Israel cumplen en la actualidad las penas de prisión más largas del mundo, con condenas que llegan, en algún caso, a las 67 cadenas perpetuas, según ha informado la organización palestina Centro Ahrar de Estudios sobre Presos y Derechos Humanos”.
Según la Real Academia de la Lengua:
perpetuo, tua.
(Del lat. perpetŭus).
1. adj. Que dura y permanece para siempre.
Entonces, ¿67 cadenas perpetuas pueden ser mayores que una? ¿Cómo? ¿La palabra no les indica nada?
¿Simple pleonasmo? ¿O la noticia sólo sirve para desprestigiar a Israel (una vez más)?
El artículo de la agencia seguía indicando – desinteresándose de cualquier versión israelí – que:
“El director de la organización, Fuad al Juffash, ha declarado a la agencia palestina de noticias Maan que ‘no hay ningún otro país en el mundo que dicte cadenas perpetuas ilimitadas como el Estado de Israel, cuyas leyes no limitan ni la cantidad ni la duración de las cadenas perpetuas contra los presos palestinos’.
Según la organización, Abdulá Barghuthi, de Ramala, es el preso que cumple en la actualidad la pena de prisión más duradera del mundo. Barghuti, comandante del brazo armado de Hamás, las Brigadas Ezzedin al Qassam, en Cisjordania, fue detenido por las fuerzas israelíes el 5 de marzo de 2003 y cumple una pena de 67 cadenas perpetuas”.
Hamas es un grupo terrorista.
Barghouti era “comandante” del “brazo armado” de Hamas.
Barghouti pertenecía a un grupo terrorista y era, por tanto, un terrorista. Un jefe o líder terrorista (comandante es un rango militar).
Una cosa son los eufemismos que decidan emplear los terroristas y otra bien distinta es que un medio de comunicación decida fungir de portavoz de estos mismos engaños.
La crónica proseguía ofreciendo una lista de otros presos con cadenas “abultadas”:
“Los otros ocho presos citados por el Centro son Ibrahim Jamil Hamid, de Ramala, condenado a 57 cadenas perpetuas desde 2006; Hussain Abdul Rahman Salama, de Gaza, con 48 cadenas perpetuas y de 20 años de prisión desde 1996; Mohamad Attiya Abu Warda, de Hebrón, 48 cadenas perpetuas desde 2002; Mohamad Hassan Arman, de Ramala, 36 cadenas perpetuas desde 2002; Abbas Mohamad Al Sayyed, de Tulkarem, 35 cadenas perpetuas y de 150 años desde 2002; Wael Mahmoud Qassem, de Jerusalén, 35 cadenas perpetuas y de 50 años desde 2002; Anas Ghaleb Jaradan, de Jenín, 35 cadenas perpetuas y de 35 años desde 2003; y Saed Hussam al Tubasi, del campo de refugiados de Jenín, con 31 cadensa perpetuas y de 50 años desde 2002”.
Interesante lista. Pero… ¿por qué están presos? Es decir, ¿a qué se deben sus “abultadas” penas?
Por ejemplo, según publicó el 11 de octubre de 2011 el diario israelí Ha’aretz, Ibahim Hamed “es el jefe de las operaciones militares de Hamas en Cisjordania”. Es decir, jefe de una organización terrorista.
Europa Press convenientemente distraída.
El periódico israelí continuaba diciendo que:
“El Shin Bet (Agencia de Seguridad Israelí) le atribuye la muerte de 90 israelíes a Hamed; entre otros ataques, fue responsable de tres en Jerusalén – Café Moment [11 jóvenes civiles israelíes, de entre 31 y 22 años fueron asesinados esa noche y unas 54 personas resultaron heridas], Universidad Hebrea de Jerusalén y en la plaza Sión. También se encuentra detrás de varios ataques con disparos a lo largo de Cisjordania”.
En tanto, Ha’aretz indicó que Abdullah Barghouti era socio de Hamed, y un estudiante de ingeniería kuwaití que llegó a Cisjordania luego de casarse. Pero, haciéndose suyas las afirmaciones de la agencia palestina Ma’an, Europa Press asegura que es de Ramala. Cuántas inconsistencias para elaborar una noticia de… ¿de qué es la noticia?
El diario israelí informaba, sobre Barghouti, que debido a:
“La habilidad de Barghouti para construir bombas, fue pronto fichado por Hamas, lo que llevando a que el nacional de Kuwait construyese letales y sofisticados artefactos explosivos. Él construyó los dispositivos que se utilizaron en los ataques contra el Sheffield Club de Rishon Letzion, en la Universidad Hebrea, Café Moment, Plaza Sión, y en mortífero atentando suicida contra el atuboús 5 enTel Aviv”.
Según Artuz 7, y durante una entrevista – que fue emitida por la televisión de Hamas – desde la celda de la prisión, Barghouti declaró:
“No me arrepiento del esfuerzo que realicé en el camino de Alá. Por el contrario, mi corazón y mi mente están llenos con la gracia de Alá, con la esperanza, el optimismo y la plena confianza de que la vitoria de Alá y su salvación está cerca”.
Europa Press, ¿se arrepentirá de su falta de profesionalismo y su manifiesto sesgo?
Un ejemplo más, de la lista sin crímenes que publicaba la agencia de noticias: Mohammed Arman, otro cómplice de Hamed y Barghhouti, según el mencionado artículo del diario Ha’artez, alistó el escuadrón terrorista de Silwad que ejecutó los atentados – Arman les dio las órdenes y les proveyó las bombas.
Si, siguiendo una lógica lingüística y matemática, 67 penas de prisión perpetua (una por cada asesinato cometido) no pueden ser mayores que una, sólo restaría preguntarse, entonces, si sólo en Israel existe este tipo de condena.
No, existe también, entre otros, en Argentina, Estados Unidos, Reino Unido, Japón o Australia.
Así pues, ni siquiera la pena es una particularidad israelí.
Es increíble la cantidad de información que se puede encontrar haciendo una breve y simple búsqueda por internet, que además no consume mucho tiempo. Así, esta sencilla indagación trae, otra vez, la pregunta: ¿cuál es, realmente, la noticia? O, mejor dicho, ¿cuál es el objeto de publicar esos datos de manera descontextualizada y sesgada?
El hecho de que “nueve presos palestinos encarcelados en Israel cumplen en la actualidad las penas de prisión más largas del mundo, con condenas que llegan, en algún caso, a las 67 cadenas perpetuas ”, ¿no debería llamar la atención, en realidad, sobre la acumulación de los crímenes cometidos? 67 cadenas que, en realidad, son 67 asesinatos.
¿La víctima es el preso o el asesinado para Europa Press?