El sitio web del canal Cuatro español, reproducía las declaraciones la postura de Mahmoud Abbas en el encuentro con el Secretario de Estado estadounidense John Kerry, a la vez que reproducía los dichos del ministro de Exteriores de la Autoridad Palestina acusando a Israel del posible fracaso de las conversaciones de paz, sin balancearlas con las visiones israelíes sobre los temas tratados.
En la segunda parte de la crónica, el medio pretendía, en cambio, ofrecer un contexto a estas nuevas conversaciones de paz.
Cuatro indicaba que:
“La reanudación de las conversaciones de paz se ha producido en medio de la polémica por la decisión de Israel de construir cientos de nuevas viviendas en los asentamientos de Cisjordania, algo que ya han criticado tanto la AP como Estados Unidos”.
La “polémica” es tal en tanto los medios de comunicación no se informan, e informan, en consecuencia, mal, a la vez que contribuyen a deformar la realidad.
El liderazgo palestino, con el inestimable auxilio de gran parte de la prensa y de las Naciones Unidas (donde el sesgo anti-israelí es manifiesto), ha logra instalar el tema de la “ocupación” como la raíz del conflicto, cuando, en realidad, se trata de una consecuencia de las agresiones árabe de 1948 y de 1967. Sólo a partir de ese error fundamental, de esa omisión garrafal, puede hablarse siquiera de “ocupación”.
Dore Gold (From “Occupied Territories” to “Disputed territories”, 2002), ex diplomático israelí y actual presidente del Jerusalem Center for Public Affairs, señalaba que el lenguaje y la lógica de “la ocupación” ha echado raíces, justamente, en las luchas diplomáticas de las Naciones Unidas. Este lenguaje, afirmaba, les ha permitido a los portavoces palestinos confundir la historia. Y al invocar repetidamente la “ocupación”, han logrado revertir la causalidad del conflicto, especialmente frente a las audiencias occidentales.
De esta manera:
“… la actual disputa territorial se debe, supuestamente, a la decisión israelí de ‘ocupar’, en lugar de ser el resultado de una guerra impuesta a Israel por una coalición de estados árabes en 1967”.
Mas, retomando la “polémica” por las construcciones de viviendas, ¿en qué consiste realmente la misma?
Jeffrey S. Helmreich, teórico del derecho, sostiene en un artículo de 2003 (Diplomatic and Legal Aspects of the Settlement Issue):
“…el acuerdo de paz alcanzado por Israel y los palestinos en Oslo, junto con el Acuerdo Provisional de 1995, permiten el crecimiento de los asentamientos así como el crecimiento – y la creación – de comunidades palestinas en los territorios disputados. Los palestinos adquirieron los derechos para la planificación y la división por zonas en el área A; en tanto que Israel retuvo los mismos derechos en área C, donde los asentamientos estaban localizados. El estatuto jurídico se debía alcanzar y decidir sólo en las negociaciones de estatus finales que, lamentablemente, nunca ocurrieron. Hasta que este punto sea alcanzado, el crecimiento de asentamientos [en el área C] permanece dentro del alcance legal de los Acuerdos de Oslo”.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel informa en su página web que los Acuerdos de Paz entre israelíes y palestinos no contienen ninguna prohibición para la construcción o expansión de asentamientos:
“La Declaración de Principios provee, en el Artículo V, que las cuestiones de los asentamientos y de los israelíes [viviendo en los territorios en disputa] se encuentran entre un número de cuestiones que deben ser convenidas en las negociaciones sobre el estatuto permanente. El Artículo IV dispone que la jurisdicción de la Autoridad Palestina abarca ‘el territorio de Cisjordania y la Franja de Gaza, excepto para las cuestiones que se acordarán en las negociaciones sobre el estatuto definitivo.’ Por consiguiente, no sólo no hay una restricción de los asentamientos durante el período provisional, sino que la Autoridad Palestina no tiene jurisdicción sobre los asentamientos o sobre los israelíes. Los asentamientos y los israelíes permanecen bajo autoridad exclusiva de Israel durante todo el período de transición”.
Finalmente, el Ministerio aclara que la construcción de casas no tiene efecto alguno en el estatus de la zona (como podría sugerirse a partir del Artículo XXXI.7 del Acuerdo Interino). La prohibición estipulada en dicho artículo tiene la intención de asegurar que ninguna de las partes tome medidas unilaterales que cambien el estatus legal de estas zonas; como por medio de anexiones o de la declaración de estadidad. Algo que la Autoridad Palestina acaba de realizar recientemente, ante el aplauso del “consenso” internacional.
Es más, desde que la prohibición surgida del Artículo XXXI.7 se aplica a ambas partes, esta prohibición debería aplicarse también a la construcción árabe. El Ministerio señala que esto no era lo que perseguía esta disposición; ya que el propio acuerdo contiene resoluciones que abordan el planeamiento y la zonificación, asumiendo que la construcción continuará a través de todo el período provisional.
Entonces, ¿es se trata de una “polémica” en tanto aporta elementos a la “narrativa” palestina? Porque los acuerdos dejan poco espacio para la controversia.
Ahora, que los líderes palestinos se embarquen en la fabricación de argumentos falaces y en la tergiversación de los hechoses una cosa, ¿pero es la labor del periodismo contribuir a ello?
En tanto, el canal español continuaba señalando que:
“… Israel ha decidido excarcelar a varios presos palestinos, como gesto de buena voluntad, aunque a cambio de que la AP se mantenga inactiva en Naciones Unidas. Abbas ha anunciado la próxima liberación de 104 reos que llevan décadas en cárceles hebreas”.
Como apuntaba Alex Safian, analista de CAMERA, todos los acuerdos entre Israel y los palestinos han demandado que las disputas entre las partes deben resolverse a través de negociaciones directas y no a través de terceras partes. La Declaración de Principios (13 de Septiembre de 1993), que formalizó el proceso de paz entre israelíes y palestinos, exige, en su Artículo XV que:
“Las disputas derivadas de la aplicación o interpretación de esta Declaración de Principios, o de cualquier acuerdo subsiguiente relacionado con el período provisional, deben ser resueltas mediante negociaciones a través del Comité de Enlace Común que se establecerá de acuerdo con el Artículo X supra.”
Por su parte, Dore Gold, presidente del Jerusalem Center for Public Affairs y ex asesor para asuntos exteriores para el gobierno israelí, puntualiza que:
“… el Acuerdo Provisional Israelí-Palestino de 1995, que creó a la Autoridad Nacional Palestina, establece un principio fundamental: ‘Ninguna parte puede iniciar o tomar ningún paso que cambie el estatus de Cisjordania y Gaza, a la espera de los resultados de las negociaciones del Estatus Permanente’”.
Estas obligaciones fueron apoyadas por importantes miembros de la comunidad internacional (Unión Europea, Rusia, Estados Unidos, Egipto y Noruega) que, de hecho, fueron signatarios del Acuerdo Provisional en calidad de testigos.
El Cuarteto de Medio Oriente, por otra parte (Naciones Unidas, Unión Europea, Rusia y Estados Unidos), en una declaración emitida el 26 de junio de 2009, afirma que:
“… acciones unilaterales adoptadas por cualquiera de las partes no pueden [determinar de antemano] el resultado de las negociaciones y no serán reconocidas por la comunidad internacional”.
Es decir, que la Autoridad Palestina tiene la obligación de mantenerse inactiva, en lo que al conflicto se refiere, en la ONU, según los acuerdos que firmaron los líderes palestinos y que crearon a la propia AP. Por tanto, la AP no concede absolutamente nada, sino que se limita a no violar los acuerdos suscritos; por lo tanto, la concesión israelí no se realiza a cambio de nada (o sí, de que los líderes palestinos accedan a negociar).
Por su parte, el tema de los presos es, en cambio, bien distinto. Cuatro no se molesta en indicar los crímenes por los que fueron juzgados y encarcelados. Hacerlo, quizás, ¿rompería el equilibrio de la balanza a favor de Israel? ¿Es lo que piensa el medio y por eso no se molesta en hacer la menor referencia a los presos palestinos?
Por ejemplo, la gran mayoría de los 26 presos palestinos excarcelados recientemente, fueron juzgados por asesinatos o complicidad en asesinatos. La liberación supuso una verdadera concesión y un verdadero dilema a nivel interno en Israel. Pero eso, para Cuatro, no tiene la menor importancia.
Y como los hechos en sí parecen no tienen la menor importancia, y se pueden moldear a gusto del escribiente, Cuatro finalizaba asegurando que:
“Se trata del primer contacto entre israelíes y palestinos desde septiembre de 2010, cuando las conversaciones de paz se reanudaron brevemente para suspenderse días después debido a la negativa de Tel Aviv a prorrogar la moratoria sobre la construcción de asentamientos.”
Ubicación de la Knesset en Jerusalén.
Por otra parte, en 2010 hubo un congelamiento de las construcciones durante 10 meses y aún así, Mahmoud Abbas rechazó sentarse a negociar porque no incluían a la ciudad de Jerusalén. La paralización de las construcciones era una concesión, puesto que, como se ha visto, los acuerdos no estipulan prohibiciones a la hora de construir. Por otra parte, es interesante señalar que los líderes palestinos han presentado sistemáticamente precondiciones para sentarse a dialogar.
El contexto no sólo era incompleto y superficial, sino tendencioso: en el mismo Israel aparecía como la parte renuente a sellar la paz. Pero la realidad indica otra cosa bien distinta.
En este sentido, el profesor de derecho de Harvard, Alan Dershowitz, señalaba en un artículo del 28 de septiembre de 2011 que:
“… la generosa oferta de estado que hizo Israel en 2000-2001 que fue rechazada y a la que se respondió con violencia; la subsecuente, y más generosa, oferta de Olmert, que no fue aceptada por el presidente Abbas”.
Arafat abandonó, efectivamente, Camp David en 2000 y al llegar a Ramallah lanzó la segunda intifada.
Además, la Carta de la OLP (de la cual Fatah – la facción liderada por Mahomud Abbas que gobierna en la Autoridad Palestina – es miembro, así como PFLP, DFLP y el Partido del Pueblo Palestino, entre otros) dice, por su parte, en su primer y segundo artículos:
“Palestina es la patria del pueblo árabe palestino; es una parte indivisible de la patria árabe, y el pueblo palestino es una parte integral de la nación árabe.
Palestina, con las fronteras que tenía durante el mandato británico, es una unidad territorial indivisible”.
En el artículo 20 sostiene que “la Declaración Balfour, el Mandato de Palestina y todo lo que se ha basado en ellos, se consideran nulos y sin efecto”.
Su artículo 21 afirma que:
“El pueblo árabe palestino, que se expresa a través de la revolución palestina armada, rechaza todas las soluciones que son sustitutos de la liberación total de Palestina y rechaza todas las propuestas encaminadas a la liquidación del problema palestino…”.
Un documento del Consejo de Derechos Humanos de la ONU del 8 de marzo de 2011 señalaba que:
“A pesar de repetidas garantías para su modificación, la Carta Nacional Palestina no ha cambiado – pidiendo la eliminación de Israel por cualquier medio militar -.
Y apuntaba que la Sexta Conferencia General de Fatah (2009) dejó la Carta de la OLP sin cambios desde 1968”.
Y esto, a pesar de que en el marco de los acuerdos de Oslo de 1993, los palestinos estaban obligados a modificar el contenido de su Carta – especialmente el que suscribe la acción armada como solución, la eliminación de Israel y el no reconocimiento del derecho de Israel a existir (es decir, el no reconocimiento de la solución de dos estados).
Yendo aún más atrás en el tiempo, en 1948 fueron los árabes quienes rechazaron la creación de un Estado judío y otro árabe.
En su libro Israel and Palestine: Assault on the Law of Nations, Julius Stone, renombrado jurista australiano, reproduce una cita textual de los autores del informe An Internacional Law Analysis of the Major United Nations Resolutions Concerning the Palestine Question (ST/SG/Ser F/4, N.Y.: 1979) donde aseguran:
“Los Estados árabes no sólo votaron en contra de la partición [de Palestina], sino que inicialmente sostuvieron que era inválida. Es por lo tanto significativo [sic] que subsecuentemente la hayan invocado para presentar sus argumentos legales a favor de los palestinos…”.
Algo de lo que Cuatro, como tantos otros medios, prefieren no informarles a sus lectores. A fin de cuentas, la información veraz no deja espacio para las construcciones imaginarias.