Más allá de las opiniones sin sustento argumental de la “activista Jenny Nyman” en una entrevista que publicó elPeriódico de Aragón el 16 de junio de 2013, no se ofrece el contexto adecuado sobre Juliano Mer-Khamis – marido de Nyman; y por quien esta última es conocida -, un artista israelí (hijo de madre judía y padre árabe cristiano), fundador del Teatro por la Libertad, asesinado en abril de 2011.
El periódico español indicaba, únicamente, que:
“… Juliano Mer-Khamis, artista árabe-israelí que fue asesinado en abril del 2011 por unos fanáticos –de los que se desconoce aún su identidad– que rechazaban su defensa de la cultura como arma de integración y que plasmó con la fundación del conocido Teatro de la Libertad.”
Fanáticos, sí. Pero ¿qué fanáticos? ¿De dónde? Máxime cuando se está entrevistando a Nyman sobre el conflicto palestino-israelí.
El diario inglés The Guardian, al que no puede tildarse se pro-israelí, precisamente, indicaba el 21 de abril de 2011 que:
“El teatro había sido atacado con bombas incendiarias, y Mer-Khamis a menudo imaginaba su muerte a manos de ‘un pistolero palestino loco’”.
Además, indicaba Adnan al-Hindi, el presidente del “comité popular del campo de refugiados” de Jenin, donde estaba ubicado el teatro de Mer-Khamis, declaró:
“Decía [por Mer-Khamis] que su mensaje era para liberar a los ciudadanos de la autoridad de sus líderes y a los niños de sus padres. Luego estaba la mezcla de sexos y los bailes. Intentamos discutirlo con él y convencerlo de que era un error, pero fue en vano. La opinión pública se volvió contra él”.
Es más, el diario Ha’aretz publicaba el 4 de abril de 2011 que:
“El jefe de la policía de Jenín, Mohammed Tayyim dijo que Mer-Khamis recibió cinco disparos de militantes palestinos enmascarados”.
Es decir, que la labor del artista era una molestia para los palestinos porque intentaba liberarlos de las ataduras con sus líderes. ¿Esto, acaso, no es importante para ilustrar al lector sobre quién se está hablando?
El Periódico está en lo cierto al indicar que “se desconoce aún su identidad” de los atacantes. Se desconoce, efectivamente, sus nombres; pero se sabe cuál es su origen. Y, en el marco de la entrevista, no es un dato irrelevante que pueda soslayarse con un evasivo “se desconoce aún su identidad”.
Claro que, al explicar el contexto, se ponen en entredicho las mismísimas opiniones de la viuda: Israel es el culpable del conflicto yelquedebe ser “presionado”.