El 8 de enero de 2013, el diario El País publicó un artículo que, en principio, pretendía abordar la interna electoral israelí. Pero, lejos de explicar lo que sucede en el ámbito político, instalaba la idea de un giro hacia la derecha por parte del electorado del Estado Judío.
El artículo comenzaba diciendo que:
A dos semanas de las elecciones, el dominio absoluto del rey Bibi ya no está tan claro…
¿Por qué rey Bibi? ¿Es antidemocrático convocar a elecciones anticipadas? ¿Ha planteado alguna vez sueños monárquicos o dictatoriales?
Y, ¿qué decir, entonces,de Mahmoud Abbas?
MEMRI publicó el vídeo y la trascripción del discurso del líder palestino, emitido por la televisión pública de la Autoridad Palestina, con motivo del 48 aniversario del primer ataque armado de Fatah contra Israel. Abbas (cuyo nom de guerre es Abu Mazen) recordó a los mártires y dijo:
Aquí debemos acordarnos de los pioneros, el Gran Muftí de Palestina, Hajj Muhammad Amin Al-Husseini.
El mismo Muftí que fue a ofrecer su alianza a los Nazis. Al-Husseini colaboró con Alemania e Italia transmitiendo por radio propaganda pro-Eje, anti-británica y anti-judía al mundo árabe; incitando a la violencia contra los judíos y contra las autoridades británicas en Oriente Medio, y reclutando jóvenes musulmanes para servir en las filas alemanes.
Y el propio Abbas publicó un libro a partir de su tesis doctoral:El otro lado: la relación secreta entre el Nazismo y el movimiento Sionista, que niega la gravedad del Holocaustoy que acusa de una relación secreta entre el Nazismo y el movimiento Sionista.
Por tanto, y según la lógica del artículo, ¿puede uno referirse, como mínimo, al líder de la Autoridad Palestina, como Abu el nazi?
Más adelante, la corresponsal de El País afirmaba que:
… en estas elecciones no importa tanto qué candidato obtenga un mayor número de votos, sino quién sea capaz de formar Gobierno. Ningún gran partido ha sido capaz de obtener mayoría absoluta en la historia de Israel, lo que obligado a formar amplias coaliciones y estas elecciones tampoco van a ser una excepción.
¿Es esta la manera de argumentar que Netanyahu (Bibi, para la corresponsal), es un rey?
La periodista continuaba diciendo que:
Paradójicamente, su [por Netanyahu] mayor amenaza no procede ahora de la izquierda o del centro por el que tradicionalmente pelean los partidos en Israel. Procede de la recién nacida extrema derecha, que encabeza el carismático Naftali Bennett y cuyo partido sube como la espuma.
¿Por qué es Bennett de extrema derecha? La extrema derecha es totalitaria, pero Bennett y su partido forman parte del juego democrático israelí, y no pretenden asaltar el poder. Nada indica que sea de otra manera. Por otra parte, habla deanexar, perono ha hecho nada. Si a Abbas no se lo juzga por sus palabras, ¿por qué a Bennett sí?
El artículo explicaba:
[Bennett] Defiende la anexión de buena parte de Cisjordania y una cierta autonomía o la dependencia de Jordania para el resto. Estoy en contra de un Estado palestino’, dijo el martes Bennett durante un debate sobre política exterior en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Si tienen un Estado, abrirán las puertas a los refugiados palestinos de todo el mundo árabe’, añadió este joven político de 40 años.
¿Estar en contra de la formación de un Estado Palestino convierte a Bennett en una persona de extrema derecha? ¿Por qué? ¿La pretensión que el liderazgo palestino tiene sobre Jerusalén oriental, los convierte en líderes de “extrema derecha”? ¿Y la anexión de facto de Belén? ¿Y en qué convierte a la comunidad internacional que acepta esta última?
El 29 de noviembre de 1947 la Asamblea General, a instancias de las recomendaciones del Comité, adoptó la Resolución 181, en la que la parte III trata de la Ciudad de Jerusalén:
La Ciudad de Jerusalén se establecerá como un corpus separatum bajo un régimen internacional especial y será administrada por las Naciones Unidas.
Es decir, la ciudad no formaría parte ni del estados judío niárabe proyectados en el Plan de Partición. Pero no sólo Jerusalén pasaría a poseer ese régimen especial, sino también Belén.
Jerusalénoriental fue ocupada por Jordania durante la guerra de agresión de 1948 llevada a cabo por varios ejércitos árabes y la colaboración de los árabes palestinos. Lo mismo sucedió con Belén. ¿Puede surgir un derecho de un acto ilegal? Evidentemente, no.
Así, aparentemente asediado por fuerzas de una derecha muy de derecha, Netanyahu, según el artículo de El País, se:
… ha derechizado aún más su mensaje y se ha lanzado a la calle en busca de votos, teniendo en cuenta que hay todavía un 18% de indecisos, según los sondeos. El domingo se le pudo ver en una discoteca de Tel Aviv, en vaqueros, al frente de la mesa del Dj, consciente de que buena parte de los nuevos votantes de la Casa Judía son jóvenes menores de 30 años. El martes, el primer ministro se concentró en la conquista delvoto colono, el de los religiosos-nacionalistas que viven en los asentamientos y a muchos de los cuales les convence la nueva ultraderecha.
Voto colono… ¿cómo se denomina a los turcos que viven en el norte de Chipre? ¿Y a los chinos en el Tibet?
Pero, más importante aún, ¿cómo se derechizó el mensaje de Netanyahu? Según el artículo, aparentemente vistiendo “vaqueros, al frente de la mesa del Dj”. O buscando votos en los sectores más conservadores.
Pero, ¿cómo era el mensaje de derecha de Netanyahu? ¿Cómo es ahora, para ser aún más de derecha? El artículo no lo dice. Sólo importa que quedeclaroque en Israel las cosas se inclinan hacia la derecha.
La corresponsal continúa reproduciendo una encuesta:
Una encuesta que eldiario Times of Israel publicó el martes indica que las relaciones con los palestinos es una prioridad sólo para el 16% de los israelíes.
¿Y qué quiere decir con esto? El contexto, indica una sola lectura: el “extremismo” y la “intransignecia” israelí. ¿Y su racismo?
Nó sólo ese dato no apoya la tesis del artículo, sino que, de hecho,el diario Ha’aretz publicó el 31 de diciembre de 2012 que dos encuestas de opinión realizadas por distintos encuestadores israelíes en diciembre muestran que la mayoría de los votantes Likud-Beitenu y del partido más de derecha, Habayit Hayehudi, apoyaría un acuerdo de paz de establecer un Estado palestino desmilitarizado, basado en las fronteras de 1967, y la retención por parte de Israel de los bloques de asentamientos principales y una división de Jerusalén. Las dos encuestas también revelan que dos tercios de todos los israelíes apoyan dicho acuerdo. ¿No es lo contrario a lo que parece pretender dar a entender el artículo de El País?
¿No son estas dos encuestas de opinión,acerca el sentir de los votantes de los partidos mayoritarios israelíes en lo referente a un futuro estado palestino, más pertinentes que la citada por la corresponsal? La respuesta es positiva sólo si se quiere informar cabalmente sobre la percepción de un futuro estado palestino del votante israelí conservador. De otra manera, sólo se guía el razonamiento del lector a extraer conclusiones que ya están implícitas en las premisas.
La corresponsal continuaba asegurando:
Y mientras la derecha pelea por conquistar a un electorado cada vez más conservador y religioso, las formaciones de centro izquierda pelean entre ellas…
¿Cuáles son los indicadores de un vuelco conservador y religioso – en el electorado? ¿La atomización del voto de izquierda, laborista o socialista? El artículo no ofrece ningún dato que avale dicha aseveración.
¿Se trata de una particularidad israelí? Por ejemplo, ¿qué alternativa conservadora al PP existe en España? ¿Qué alternativas existen en el espectro de la izquierda? ¿Esto quiere decir que el electorado es más conservador?
Pero es que, según indica el propio artículo, las formaciones de centro izquierda quedarían muy por debajo de esa cifra. Juntos, podrían formar un bloque que en teoría podría hacer sombra a la candidatura de Netanyahu.
Si juntas, las formaciones de centro izquierda pueden eventualmente hacer sombra a la candidatura de Netanyahu, esto no apoya la tesis de que los votantes de derecha son mayoría.
El artículo carece de datos que sustenten las afirmaciones que allí se realizan. Por otro lado, cabe preguntarse, ¿se pretendía utilizar la figura de Bennett para retratar de manera adulterada al electorado israelí? En este sentido, ¿se podría catalogar al electorado español de conservador por el mero hecho de que el Partido Popular ganara las elecciones generales?
En cambio, obvia datos de la realidad que definen o ilustran la postura de la sociedad israelí frente a la posibilidad de un futuro estado palestino. El que la preocupación prioritaria de buena parte de los israelíes no sea entablar relaciones con los palestinos no indica otra cosa que, en su realidad diaria, otras cuestiones son preponderantes. Por otro lado, ¿por qué habrían de ser prioritarias las relaciones con los palestinos?
El artículo, además, está cargado de valoraciones personales (el descalificativo rey Bibi, por ejemplo) que no se sostienen mediante fuentes o datos contrastados. Y los datos que se utilizan, como la encuesta del Times of Israel, se insertan en un contexto que le otorga un significado cuanto menos dudoso. Pero, más allá de esto, se le debería aclarar al lector que se trata de un artículo de opinión y no de información.