En días recientes, el conflicto en Medio Oriente ha ocupado una parte central de las secciones Internacional’ y Mundo’ de los medios de comunicación de habla hispana. Página12, de Argentina, no ha sido la excepción. Este medio ha publicado, entre otros, los siguientes artículos:
Se veía venir’, de Santiago O’Donnell , Urgir a las partes a cesar la violencia’, de Martín Granovsky, Tercer día de ataques aéreos israelíes en la Franja’, firmado por la redacción del medio y Israel va por todo’, de Atilio Borón.
Llama la atención que varios de estos artículos presenten una visión parcial y sesgada del conflicto, que no solo favorece a una de las partes, sino que minimiza el impacto de los ataques terroristas contra la población civil israelí, además de rechazar cualquier justificación legal de la respuesta israelí a los ataques armados contra su población.
Autores como Borón critican el uso desmesurado de la fuerza israelí en la respuesta a los ataques de Hamás, pero lejos de definir lo que sería una respuesta proporcional, omiten y obvian los argumentos que demuestran que, en efecto, el Derecho Internacional Público ampara a Israel, mientras que, a ojos de ese mismo derecho, Hamás comete crímenes contra la humanidad, tanto por buscar a la población civil como un objetivo de sus ataques armados, como por utilizar escudos humanos dentro de Gaza para proteger a los terroristas.
Por su parte, textos como el de O’Donnell, en su intento por buscar una objetividad crítica, terminan por relativizar el impacto del terrorismo, mientras formulan hipótesis a partir de suposiciones, en lugar de hacerlo en base en argumentos y hechos, lo que provoca la desinformación entre sus lectores.
Se veía venir’
En el primer texto, O’Donnel lanza una dura crítica tanto a Israel como a Hamás, culpa a ambos bandos de dar pie a escaladas de violencia. Señala como culpables tanto al terrorismo palestino como al gobierno israelí, por una historia de odios y venganzas que lleva décadas.
No obstante, O’Donnell presenta una visión simplista del conflicto en Medio Oriente y escribe afirmaciones, basadas en suposiciones, que se contraponen a la realidad de los hechos; entre ellas, que es el gobierno israelí, en lugar de Hamás, el que mantiene bloqueados y sancionados a un millón y medio de palestinos, quienes, a su vez eligieron el liderazgo de la organización islamista Hamas en elecciones abiertas y democráticas.
De esta forma, O’Donnell acusa a Israel de ser el principal responsable de la escalada de violencia y del conflicto en la región. Pero omite mencionar que Hamás, organización que aboga por la destrucción de Israel y justifica la violencia contra su población civil desde su carta fundacional, lo que, a priori, bloquea todo posible diálogo con el Gobierno de Israel.
¿Qué gobierno en el mundo podría sentarse a negociar la paz con un ente terrorista que aboga por su destrucción sin contemplaciones? ¿Cómo podría Israel lograr la paz con Hamás mediante un camino diferente al de su propia destrucción como Estado?
Estas preguntas no forman parte de la crítica de O’Donnell, mientras que Página12 parece conformarse con prestar su tribuna a un texto que lejos de promover la solución pacífica de controversias, como marca la Carta de Naciones Unidas en su Artículo 33 o la diferenciación clara entre información y opinión, como lo propone la Federación Internacional del Periodismo (FIP) en su Código Deontológico, así como la FAPE, pregona lo contrario.
¿Acaso Hamás, que aboga por la destrucción de Israel, como lo hace su carta fundacional, tiene cabida en el seno de las Naciones Unidas? A juzgar por el texto Se veía venir’ parece que sí, pero a juzgar por las declaraciones del actual secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon, eso resulta totalmente rechazable:
Rechazo, absolutamente, cualquier amenaza de un país miembro de la ONU de eliminar a otro estado, o el cruel intento de negar una evidencia histórica como la Shoá.
En tanto, el analista Jesús M. Pérez explica, en su blog, la llegada de Hamas al poder en Gaza:
En 2005 tuvieron lugarelecciones presidenciales en los territorios palestinos. Las ganó Mahmoud Abbas, el candidato de Fatah(el partido de Arafat) con un 62,52% de los votos. Al siguiente año tuvieron lugar elecciones legislativas en el que se decidieron 132 escaños de forma mixta por un sistema de voto paralelo. El resultado fue bien diferente. El partido ganador fue HAMAS (Movimiento de Resistencia Islámica) con 74 escaños y que se había presentado bajo la marca electoral Cambio y Reforma.
La nueva correlación de fuerzas, puesta a la luz por las elecciones legislativas, llevó aun aumento de la tensión entre Fatah y HAMAS que derivó en violencia en las calles. En junio de 2007 HAMAS lanzó una insurrección armada en la Franja de Gaza parat omar el poder en ese territorio. A partir de ese entonces HAMAS ha tratado de islamizar’ la Franja por la fuerza.
O’Donnell, por otro lado, tampoco menciona que, desde 2006, los ataques de Hamás contra Israel se han multiplicado, a pesar de que Israel se desvinculó de Gaza un año antes, en 2005, mediante el Plan de Desconexión. Y que, a partir de entonces Hamás, lejos de buscar el diálogo o la negociación con Israel, se ha centrado en promover ataques contra la población civil israelí.
En este texto, se aprecia una profundidad en la crítica hacia Israel, pero superficialidad en la crítica al terrorismo palestino, lo que implica una tendencia de parcialidad por parte del autor respecto al conflicto en Medio Oriente.
Asimismo, O’Donnell tampoco menciona que el bloqueo a la Franja de Gaza se produce, precisamente, por el estado de beligerancia impulsado por Hamás, y que este bloqueo no sólo es legítimo en Israel, sino legal desde el punto de vista del derecho internacional, reconocido y certificado tras el estudio elaborado por la Comisión Turquel, cuyo trabajo concluyó que el Estado de Israel cumple con las obligaciones que le dicta el Derecho Internacional respecto a su responsabilidad humanitaria.
Además, el texto de Página12 acusa un hacinamiento de la población palestina en Gaza y afirma que, de desatarse un nuevo Plomo Fundido, vendrán las denuncias de la Cruz Roja por el desastre humanitario, pero omite mencionar las palabras de la propia responsable de Cruz Roja en la región, que asegura que en Gaza no existe una crisis humanitaria.
Las predicciones realizadas, ¿no son en realidad la formulación de una profecía autocumplida, donde el titular ya ha sido elaborado con antelación?
Israel va por todo’
En el caso de Borón, el prestigioso académico argentino argumenta en su texto Israel va por todo’ que la falta de proporción en la respuesta israelí a los ataques armados palestinos merece ser sancionada por la comunidad internacional.
Sin embargo, cabe señalar que la proporcionalidad de la fuerza puede tener varias interpretaciones diferentes a las que abandera Borón. Según la Carta de las Naciones Unidas, en su artículo 51, que habla de la legítima defensa, esta debe ser inmediata, necesaria y proporcional. La ONU clasifica como legítima defensa aquella que se produce como consecuencia de un ataque armado o incluso de una amenaza inminente de ataque armado.
Los cohetes y misiles lanzados por Hamás y otras organizaciones terroristas contra las poblaciones civiles de Israel son considerados un ataque armado en toda regla y, por ende, según el Derecho Internacional Público, avalan una respuesta armada por parte de Israel. Ante este hecho y, desde la perspectiva de Borón, para que la respuesta fuera proporcional, ¿debería Israel responder mediante el lanzamiento de la misma cantidad de misiles y cohetes contra la población civil de Gaza? ¿Sería lógico que un ejército profesional lanzara cohetes contra poblaciones civiles a discreción, en lugar de dirigir ataques específicamente contra las lanzaderas de cohetes, como hacen las Fuerzas de Defensa Israelíes?
El discurso de Borón es claramente parcial, más allá de la precisión de la respuesta a ataques armados por parte del Ejército de Israel, que puede observarse a detalle en videos como este, que demuestran que Hamás utiliza a población civil como escudos humanos, mientras que sus lanzaderas de cohetes se escudan con escuelas, hospitales y otros lugares públicos.
Ante la omisión de datos que demuestran la utilización de zonas densamente pobladas, por parte de Hamás, la fuerza que controla Gaza, la visión de Borón, resulta, al menos, incompleta, cuando no parcial y subjetiva.