En su información (5 de Julio 2011) acerca del rechazo a la entrega a la Autoridad Nacional Palestina de 84 cadáveres por parte de Israel, la agencia española EFE olvida mencionar a lo largo de todo el artículo que dichos cadáveres pertenecen a terroristas palestinos, y que no son sólo palestinos muertos desde la guerra de 1967, como afirma la agencia.
Al omitir esta información, un lector desinformado podría creer que Israel es un estado tan cruel que ni siquiera permite dar sepultura a los muertos palestinos. Sin embargo la polémica surge precisamente porque los cadáveres pertenecen a terroristas y/o milicianos.
Es especialmente interesante notar cómo EFE cita a los propios medios israelíes para elaborar la información, pero la lectura de dichos medios revela que todos mencionan la identidad de los cadáveres:
The Jerusalem Post
Haaretz
Ynet
Otras agencias informativas también matizan las identidades de dichos cadáveres. Así Reuters habla de extremistas, mientras Europa Press y AP se refieren a ellos como milicianos. Pero para EFE sólo son palestinos muertos, lo que no permite comprender el cuerpo de la noticia.
Por otra parte, además de la omisión ya citada, tenemos que sumar a esta nota desinformativa, que EFE se refiere a Gilad Shalit como el soldado israelí capturado en Gaza en 2006.
1 – Gilad Shalit no se encontraba en Gaza (de donde el ejército israelí se retiró en 2005) sino en Israel. El 25 de Junio de 2006 un grupo palestino cruzó la valla que separa la franja de Gaza de Israel, atacó la base militar de Telem, mató a otros dos soldados israelíes, y se llevó a Gilad Shalit a Gaza.
2 – En el momento en que Hamás prohibió cualquier contacto de Gilad Shalit con el exterior, éste dejó de ser un capturado para convertirse en un secuestrado.
Al respecto, en su Sección V, el Convenio de Ginebra relativo al trato debido a los prisioneros de guerra (Convenio III) especifica:
Artículo 70
Se permitirá que cada prisionero de guerra dirija, tan pronto como haya sido hecho prisionero o, a más tardar, una semana después de su llegada a un campamento, [….] directamente a sus familiares, por un lado, y a la Agencia Central de Prisioneros de Guerra prevista en el artículo 123, por otro lado, una tarjeta redactada, si es posible, según el modelo anejo al presente Convenio, informándolos acerca de su cautiverio, de su dirección y del estado de salud. Dichas tarjetas serán transmitidas con la mayor rapidez posible, no pudiendo ser demoradas de ningún modo.
Artículo 71
Los prisioneros de guerra estarán autorizados a expedir y a recibir cartas y tarjetas postales. Si la Potencia detenedora considera necesario limitar esta correspondencia, deberá autorizar, por lo menos, el envío de dos cartas y de cuatro tarjetas por mes […]
Artículo 75
En caso de que las operaciones militares impidan a las Potencias interesadas cumplir la obligación que les incumbe de garantizar el transporte de los envíos previstos en los artículos 70, 71, 72 y 77, las Potencias protectoras interesadas, el Comité Internacional de la Cruz Roja o cualquier otro organismo aceptado por las Partes en conflicto podrán encargarse de garantizar el transporte de tales envíos con los medios adecuados (vagones, camiones, barcos o aviones, etc.).
Recordemos la reciente queja del Comité Internacional de la Cruz Roja, a quien no permitieron visitar a Gilad Shalit, que en sus cinco años de secuestro no ha tenido una sola comunicación con el exterior.
La Agencia EFE se describe a sí misma como La primera agencia de noticias en español y la cuarta del mundo, con más de setenta años de trayectoria que avalan su imparcialidad, su potencia, su credibilidad y su inmediatez.
Cierto que EFE es una agencia veloz a la hora de informar y líder en español, habiéndose convertido en la principal fuente de información que nutre a los periódicos y periodistas del mundo hispano. De hecho, esta noticia la hemos podido encontrar reflejada tal cual en medios muy importantes desde Estados Unidos a España.
Pero si una nota como esta debe dar fe de su credibilidad o de su imparcialidad la agencia EFE queda en una muy mala posición profesional.