La autora tergiversa la realidad de lo que sucede en Medio Oriente y omite mencionar la amenaza global que representa el terrorismo.
En su blog De mundo a mundo alojado en los dominios del diario mexicano más leído en su versión online, El Universal, Solange Márquez Espinoza, conocida como “Solange”,publicó un artículo, que bajo el título El muro de separación paradoja de modernidad desinforma y tergiversa la realidad de lo que sucede en Medio Oriente.
En dicho texto se pueden leer las siguientes afirmaciones:
Poco se escucha o se lee sobre el muro del nuevo milenio, el de la democracia, la libertad y la modernidad. El muro de la ignominia, de la humillación y del desconsuelo… La ultima forma de acabar con el poco ánimo que aun le queda al pueblo palestino. Históricamente los muros han tenido distintos objetivos, pero todos coinciden en la necesidad de separar, dividir.
Asegurar que poco se escucha o se lee sobre el muro es ridículo si tenemos en cuenta la cantidad de material que se escribe sobre lo que sucede en Israel, que es la zona del planeta con mayor densidad de periodistas y que goza de una absoluta libertad de prensa.
Efectivamente, como dice la autora, históricamente los muros han tenido distintos objetivos. En el caso que nos ocupa, no se trata, como ella afirma, de acabar con el poco ánimo que aún le queda al pueblo palestino, sino el de impedir que los grupos terroristas atenten contra la población israelí. Objetivo plenamente legítimo y que es lo que se espera de un gobierno responsable comprometido en la defensa de sus ciudadanos.
La Valla de Seguridad entre Israel y Cisjordania comenzó a construirse en el año 2002, tras una ola de atentados suicidas que desde el año 2000 y hasta ahora, han dejado 1,196 víctimas mortales y más de 8.000 heridos, civiles en su gran mayoría. Sólo en 2002, se registraron 220 muertes en ataques suicidas.
Ante esa situación, el gobierno israelí aprobó la construcción de la valla, legítima según la legislación internacional, con fines exclusivamente defensivos. Esta valla no representa una frontera definitiva. La frontera será acordada por las autoridades israelíes y palestinas en sus negociaciones de paz.
Solange Márquez Espinoza prosigue:
El muro mide ocho metros de alto por dos de ancho, a su lado en el territorio palestino corre un foso de cuatro metros de profundidad y en el territorio israelí hay una carretera con soldados israelíes a cada pocos metros. Su longitud será de mas de 700 kilómetros, y su construcción ha costado más de un millón de dólares por cada kilómetro.
El muro de ocho metros del que habla la autora no se erige a lo largo de 700 kilómetros. Aproximadamente el 95% es una valla de alambre, sólo el 5% está constituido por el muro, en lugares estratégicos concretos, para evitar ataques de francotiradores palestinos.
Atravesará el territorio completo, no solamente el territorio israelí, gracias a las nuevas tecnologías cada centímetro estará rigurosamente vigilado por cámaras de seguridad y ocupará en realidad, más espacio del territorio palestino, robando por lo menos 10% de Cisjordania. Asimismo, el muro que se construye para separar la franja de Gaza de la frontera egipcia se extiende a lo largo de una decena de kilómetros e incluye una red de canales de hasta 35 metros de profundidad cuyo objetivo es inundar con agua de mar los túneles que pudieran pasar por debajo de la frontera.
Por un lado, la periodista omite mencionar que son las autoridades egipcias y no las israelíes, las responsables de controlar la frontera entre Gaza y Egipto y las que llevarán a cabo la construcción de ese muro y los canales que la periodista describe.
Por otra parte, afirma que Israel está robando el 10% de Cisjordania. Cabe preguntarse con base en qué mapa o documento se produce tal afirmación. Cuando aún no han sido determinadas las fronteras definitivas entre Israel y Palestina, y la valla no se construye con esa finalidad, acusar a Israel de robar el 10% de Cisjordania resulta una calumnia.
Vallas electrificadas, alambre de espino, focos de alto poder, sensores de última generación, fosos, trincheras, torreones de vigilancia, perros adiestrados y toneladas de concreto cercan cada vez màs el territorio palestino y también el que no lo es y que seguramente pasará a formar parte del nuevo territorio israelí. Lo mejor de la tecnología más avanzada puesto al servicio del afán de someter y desaparecer a un pueblo.
Acusar a Israel de hacer desaparecer un pueblo es un argumento absolutamente falso e inmoral.
¿Qué país querría hacer desaparecer a otro invirtiendo de forma continuada y consistente en su economía, entrenando a su Policía o apoyando a la Autoridad Nacional Palestina en su lucha por combatir a los terroristas de Hamás? Resulta paradójico. La valla tampoco existe para someter a un pueblo sino como medio de separación y defensa para proteger vidas humanas de ambos lados.
También paradójico resulta que asegure que para ello emplea lo mejor de la tecnología más avanzada. La realidad de los hechos es que en los últimos diez años la población palestina ha aumentado en un 30%. Lo que la periodista no menciona es que esta población en crecimiento es casi exclusivamente musulmana, puesto que, bajo la mirada silenciosa de gran parte de los medios de comunicación, se ha dado la represión sistemática, por parte de Hamás, la Jihad Islamica y la Autoridad Palestina de la población cristiana, precisamente en el lugar de nacimiento del cristianismo. Si en 1947 un 35% de cristianos residía en lo que popularmente se conoce como territorios palestino, hoy apenas representan entre un 3 y un 4% de la población
Como ya hemos recalcado, la valla no se construyó para aislar a Cisjordania, como argumenta la autora, sino para proteger a la población civil de los atentados terroristas (y a los terroristas de sí mismos por supuesto, ya que las matanzas son suicidas).
Tras la aplicación de esta medida defensiva, los atentados terroristas contra poblaciones civiles disminuyeron drásticamente, y con el tiempo, a medida que la situación ha ido mejorando Israel ha desmantelado más de 140 puestos de control en Cisjordania.
Por el contrario, es el acta fundacional de Hamás, el grupo que gobierna Gaza, el que manifiesta de modo explícito su voluntad de destruir a Israel. ¿Por qué no constituye para la periodista ese acta fundacional un deseo de desaparecer un pueblo?
Prosiguen las incorrecciones de la autora, quien afirma que:
Jawaher Abu Rahme, de 35 años murió en otra protesta organizada contra el muro por inhalación de gases lacrimógenos.
Según investigaciones realizadas con documentos aportados por los propios médicos palestinos a autoridades israelíes, la mujer Jawaher Abu Rahme ni siquiera se encontraba en la protesta de Bilín, en la que supuestamente murió tras inhalar gases lacrimógenos. Abu Rahme, quien habría estado ingresada en el hospital semanas antes, fue llevada al hospital de Ramalla tras haber ingerido un alimento nocivo, pero la causa de su muerte fue una sobredosis de antropina administrada erróneamente por el personal médico de ese hospital palestino, según informaron los diarios Haaretz y JPost. No es la primera vez que Israel es acusado por la muerte de palestinos que han muerto en extrañas circunstancias, totalmente ajenas a Israel. Sin embargo, muchos son quienes, en su deseo de crear polémica, desinforman a los lectores con mensajes llenos de odio, pero carentes de datos. De hecho, ha habido varios casos en los que palestinos supuestamente asesinados por el Ejército israelí, reaparecen tiempo después, como el reciente caso de Mohamed Farawami. La BBC, entre otros medios, desvelaron que el adolescente, supuestamente asesinado a tiros por el Ejército Israelí, había cruzado a Egipto por túneles subterráneos y vuelto a su casa en la Franja de Gaza tres días después sano y salvo.
Diversos complejos industriales están siendo planeados, para que ciudadanos palestinos tengan trabajos en las fábricas que ahí se construirán, con un sueldo 300% menor al sueldo mínimo en Israel; la construcción del muro ha agravado, de suyo, la difícil situación económica del pueblo palestino, inflación, desempleo, la pobreza y la marginación, es un camino trazado al subdesarrollo.
Al contrario de lo que afirma la autora, Israel tiene mucho que ver con el boom económico que se vive Cisjordania. Los Cisjordanos tienen un mejor nivel de vida que muchos pueblos árabes y su economía es una de las más dinámicas en los últimos años. De hecho, el crecimiento económico que ha experimentado Cisjordania en los últimos ocho años no sólo no se ha visto disminuido, ni por el muro ni por los asentamientos israelíes, sino que ha experimentado un crecimiento anual sostenido muy superior a la gran mayoría de economías en el mundo a pesar de la crisis económica- . En buena medida, gracias a la inversión israelí y a apertura de la economía israelí hacia Cisjordana.
Solange Márquez Espinoza concluye su artículo afirmando que:
El muro no debe considerarse solamente una afrenta a la población palestina, sino a la humanidad completa. Su construcción debe preocuparnos a todos porque este es un muro de humillación… el muro de la ignominia.
La afrenta a la humanidad completa, como dice la autora, no es una valla defensiva que como hemos visto, salva incontables vidas, no pretende marcar unas fronteras y sólo espera una paz definitiva para ser desmantelada. La verdadera afrenta es la amenaza terrorista global. Los puestos de control son su consecuencia. Y no son exclusivos de los territorios palestinos, existen también dentro de Israel a la entrada de cada centro comercial y de muchos restaurantes y sitios públicos- y han proliferado en las carreteras, fronteras y aeropuertos de todo el mundo. Por tanto, no es de sorprender que también los haya en Cisjordania, sobre todo teniendo en cuenta que es una región abiertamente amenazada por diversos grupos terroristas como Hamás, uno de los más activos del mundo.
En este artículo, Solange Márquez Espinoza, tergiversa la realidad, falta a la verdad y promueve una idea distorsionada y difamadora del Estado de Israel. Usando sus propias palabras, eso sí que debe preocuparnos a todos los que albergamos confianza y respeto por la labor constructiva de los medios de difusión en las sociedades democráticas.