Hace pocos días, una opinión editorial escrita por el ex presidente de EE. UU., Jimmy Carter, apareció en los periódicos de todo el mundo, que incluían el Guardian (20 de marzo) y Ha’aretz (17 de marzo, “La colonización de Palestina impide la paz”). Lo esencial de esta columna está contenido en la siguiente declaración: “El obstáculo principal para la paz en Israel es la colonización de Palestina”. Aunque el presidente Carter tiene derecho a expresar cualquier opinión que quiera, sin importar lo insólita que ésta sea, esto no lo autoriza a inventar los hechos. La columna contiene al menos dos problemas fácticos. En primer lugar escribe:
Resulta especialmente problemático que Israel construya inmensos muros divisorios de concreto en zonas pobladas y vallas altas en áreas rurales, localizadas en su totalidad en territorio palestino y con frecuencia con profundas injerencias tendientes a abarcar más tierras y asentamientos.
La declaración de que la valla de Cisjordania se “ubica totalmente en territorio palestino” es falsa. Al menos una quinta parte de la valla sigue la Línea Verde, lo que indudablemente no es territorio palestino. Aún los críticos más duros de la valla de seguridad de Israel reconocen que una parte de la ruta coincide con la Línea Verde. Por ejemplo, un reportaje de B’tselem y Bimkom de diciembre de 2005, anota lo siguiente: ” Aproximadamente sólo el veinte por ciento de la ruta de la valla irá por el límite entre ellos [Cisjordania e Israel], la Línea Verde” (“Con el pretexto de la seguridad”). Igualmente, un reportaje compilado por la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA en inglés) y (UNRWA), contiene una sección titulada “Desviación de la Línea Verde”, que dice:
20% del largo de la valla va por la Línea Verde. Ahora se planifica que una porción mayor de la valla esté sobre la Línea Verde, principalmente como resultado del traslado de la ruta sureña en Hebrón hacia la Línea Verde. (“El Impacto Humanitario de la Valla de Cisjordania en las Comunidades palestinas”)
Bajo el encabezado “Otros cambios en la ruta nueva” el reporte OCHA-UNRWA agrega: “La ruta nueva añade 20 Km. siguiendo la Línea Verde en Hebrón del sur y está señalada en el mapa como sujeta a una inspección interministerial adicional y final”. La ruta nueva es el resultado de una decisión del Gabinete del 20 de febrero de 2005. En el mapa marcado con colores en la página 4 del reporte, se puede ver claramente que la valla se encuentra sobre la Línea Verde en ciertos lugares, en especial al sur de Cisjordania. También, hay lugares donde la valla desciende ligeramente dentro de Israel mismo. En el mapa detallado del Ministerio de Defensa pareciera como si la ruta nueva cruzara ligeramente la Línea Verde hacia Israel, justamente al norte de Modi’in y al noroeste de Belén. Según funcionarios del Ministerio de Defensa esto se hizo por razones topográficas, porque Israel quería aprovechar el terreno elevado.
En segundo lugar, al escribir, el presidente Carter se equivoca en varios puntos:
Desde la administración de Dwight Eisenhower, la posición inquebrantable de EE. UU. ha sido que las fronteras de Israel coincidan con las establecidas en 1949, y desde 1967 la resolución 242 de la ONU, adoptada universalmente, ha exigido la retirada de Israel de los territorios ocupados. Esta política fue ratificada incluso por Israel en 1978 y 1993, y reiterada por todos los presidentes estadounidenses, incluyendo a George W. Bush.
Por múltiples razones es incorrecto afirmar que la posición de EE. UU. radica en que “las fronteras de Israel coincidan con las establecidas en 1949”. Las líneas, establecidas el 3 de abril de 1949, en el Artículo III del Acuerdo de Armisticio Israel-Jordania, no son fronteras sino líneas de armisticio, límites temporales para que se sustituyan en el futuro por una frontera negociada y reconocida internacionalmente. De hecho, la Resolución 242 de la ONU, que según la presentación incorrecta de Carter obliga a Israel a “retirarse de los territorios ocupados”, destaca el hecho que los estadounidenses, como promotores de la resolución, no esperaban que Israel se retirara a las fronteras anteriores a 1967. Por lo tanto, contrario a la aseveración de Carter, la resolución no insta a Israel a retirarse de “los territorios ocupados”, que sugiere la totalidad de los territorios. Más bien, la resolución fue redactada cuidadosamente para pedir la retirada “de territorios” no “de los territorios”. Este lenguaje, que deja por fuera “los”, fue intencional, porque no se contemplaba que Israel se retirara de todos los territorios, regresando por ende a las fronteras vulnerables anteriores a la guerra. Y cualquier retirada que se diera tomaría en cuenta la creación de “fronteras seguras y reconocidas”. La redacción verdadera de la resolución pide la “Retirada de las fuerzas armadas israelíes de territorios ocupados en el conflicto reciente”.
Como bien lo dijo el entonces embajador estadounidense ante la ONU, el ex Juez de la Corte Suprema, Arthur Goldberg, “Las omisiones evidentes con respecto a la retirada, que no fueron accidentales, son las palabras ‘los’ o ‘todos’ y ‘las líneas de junio de 1967’ la resolución habla de retirada de territorios ocupados sin definir el alcance de la retirada”. Esto abarcaría “una retirada menos que completa de los territorios ocupados por parte de las fuerzas israelíes, puesto que las fronteras previas de Israel han demostrado ser especialmente inseguras.
En resumidas cuentas, el apoyo a la Resolución 242 de la ONU, que ha sido un pilar en la política estadounidense del Oriente Medio, no es equivalente a una retirada de Israel a las fronteras de 1949. Más bien, según las palabras de George W. Bush: “la ocupación israelí, que empezó en 1967, se terminará a través de una solución negociada entre las partes, basada en las Resoluciones 242 y 338 de la ONU, con la retirada israelí hacia fronteras seguras y reconocidas” (24 de junio de 2002).
La columna se registra como propiedad literaria del Proyecto de Coalición y el Consejo de Relaciones Exteriores.